EL 20 DE JULIO

La independencia de Colombia quedó grabada en el acta que firmaron los patriotas ese día del siglo XIX. Asì lo escribió José Acevedo y Gómez, según documentos históricos conservados en el Banco de la República. En uno de los párrafos de su carta decía el “héroe de la patria”: “La plaza estaba completamente llena de gente y las calles no daban paso. Subí y al instante me nombró el pueblo para su Tribuno o Diputado, y me pidió le hablase en público, haciéndome mil elogios. Calló, y le hice una arenga, manifestándole sus derechos y la historia de su esclavitud, y principalmente en estos dos años, con la de los peligros que habíamos corrido sus defensores. Le demostré la peligrosa cruz en que se hallaba si prevalecían la tiranía y la fuerza. En seguida me gritó que reasumía sus derechos y estaba pronto a sostenerlos con su sangre; que extendiese el acta de libertad en los términos que me dictaran mi patriotismo y conocimientos; que le propusiera diputados para que unidos al Cabildo le gobernasen…excluyendo de este cuerpo a los intrusos.” (https://www.banrepcultural.org/).

Del texto se sacan varias conclusiones: que hubo un líder de la revuelta inicial, reconocido por el pueblo a quien le expuso los derechos que tenía, que les recordó la historia de su esclavitud y habló de los peligros que corrìan sus dirigentes. Pero la frase insignia de ese escrito es que dijo al pueblo congregado en multitud: “Le demostré la peligrosa cruz en que se hallaba si prevalecían la tiranía y la fuerza”. Esa fecha de 1810 es el principio del fin de la dominación española sobre nuestro territorio. Los rebeldes ganaron la guerra. No obstante la recuperación que hizo el ejército de la península, que ejerció poder hasta 1819, cuando fue derrotado en la Batalla de Boyacá, el pueblo siguió resistiendo y con su sangre alcanzó la emancipación. La celebración no es menor, porque allí no hubo tropa, sino un pueblo decidido a rechazar la “tiranía y la fuerza”.

“En el pueblo todos los oficios están representados. Cuando hay conocimiento técnico y poder, puede existir cooperación y la solidaridad social”, decía Lao Tse. Por eso el abuso de las clases dominantes y la tiranía social y económica, respaldada por la fuerza de las armas oficiales, es un exabrupto en los tiempos modernos. La guerra hoy no se hace con medios arcaicos sino con alta tecnología. No prevalecen los hombres sino las máquinas. Los ejércitos numerosos son obsoletos y por esa razón los seres humanos deben librarse de las guerras y eliminar los batallones. Hay que organizar fuerzas preventivas que eviten el delito y no que lo sancionen. El 20 de julio de 1810 es emblemático de dos derechos que hoy se reconocen en la constitución: la libertad y la solidaridad. No puede haber tiranía de unas clases sociales sobre otras, ni uso de la fuerza contra los derechos de las personas. Desde hace 213 años nos dejaron la máxima enseñanza de las luchas contra el odio y los abusos del poder. Hoy deberían prevalecer el trabajo, la convivencia, la justicia, el conocimiento, la libertad, la paz, la democracia y un orden social justo.  

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