HIPOCRESIA POLITICA

Una de las razones para crear la ONU fue precisamente cuidar la autonomía de los Estados para salvaguardarlos de intervenciones ilegítimas de otros bajo cualquier pretexto. Nace entonces el principio de la no intervención consagrado en el artículo 2º de la Carta de la Organización Internacional que se refiere fundamentalmente a la doctrina que prohíbe la injerencia de un Estado en el territorio o los asuntos de otro. Los estudiosos del tema expresan que el mismo hace referencia a intervenciones armadas, como ataques, invasiones u ocupaciones militares, pero también puede incluir otras acciones. Por ejemplo, promover un fenómeno que pueda romper el orden político de un Estado, como la financiación o el apoyo militar a grupos terroristas o revolucionarios.

Pero lamentablemente las ideologías han permeado a la humanidad y vivimos divididos en buenos, malos e indiferentes, comportamientos que impiden los procesos de integración; cada día estamos más lejos los unos de los otros y no retomamos la senda de la solidaridad con nuestros semejantes. Seguimos presenciando guerras en diferentes partes del orbe y permanecemos “calladitos” o apoyamos a quienes son afines a nuestros pensamientos y maneras de pensar, pero expresamos odio hacia los demás. Las ideologías se componen de valores morales, principios y creencias que definen cómo debe ser el mundo que nos rodea. Por ellos cada grupo humano piensa que las cosas son asì y no de otra manera. Para estos desaparece el concepto de tolerancia y eso nos hacer ver a los demás como enemigos.

Precisamente en nuestro entorno la derecha intransigente y rabiosa cree que es bueno sacar del poder al Presidente del Perú, un maestro de izquierda que apenas se estrenaba en el camino de la administración pública, tan complejo en el mundo moderno. Pero al mismo tiempo, ven como un horror que juzguen y saquen del mando al actual Presidente de Ecuador, un empresario de derecha afín a los promotores de la guerra en Colombia. Ese tipo de hipocresías deberían eliminarse del comportamiento de los hombres de Estado y de los lideres políticos, pues mientras toleran a Bukele con sus cárceles genocidas aplauden a quienes tumban mandatarios de izquierda, simplemente porque le temen a perder su capital con decisiones que favorecen a la mayoría del pueblo. Hace falta una doctrina de la hermandad como necesidad urgente de supervivencia y defender los principios que consoliden una paz estable y duradera y que, a su vez, acabe con la guerra infame y horrorosa.

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