TOMAR DECISIONES URGENTES

Uno de los problemas de los nuevos gobernantes es la parsimonia con que se toman el tiempo para iniciar actividades. Los nombramientos y la posesión de altos funcionarios debería ser un tema resuelto desde antes de la entronización del nuevo gobierno, sin secretos, ni jugando a las escondidas. Los nombres deben revelar conocimiento de la administración y sectores a los que representa. Pero, además, tener los equipos de viceministros y asesores listos para que empiecen a funcionar con celeridad. El mes de julio es clave para todas esas tareas, mientras los equipos de empalme recogen toda la información de las dependencias. Los responsables de esa actividad, de la mayor importancia, deben ser personas preparadas con experiencia en administración pública y de procesos y procedimientos administrativos. De lo contrario se les ocultará mucha información.

El empalme de Hacienda debe ser adelantado por el propio Presidente electo, pues de otra manera estará sometido a tomar decisiones sin el conocimiento informado requerido para maniobrar el barco de la Nación. Otro tanto pasa con los informes de la fuerza pública que, además de complejos, tienen un componente que son los gastos reservados, la información de seguridad del Estado y las decisiones estratégicas para la recuperación de la paz en todo el territorio. Frente a todos los informes recaudados el nuevo gobierno tiene que hacerle observaciones públicas, para que después no digan que a falta de objeciones oportunas se entiende que los mismos son ciertos, completos y oportunos. (Ley 951/05 Arts. 12,13 y 14)

Hay que reclamarle a cada Ministro una agenda para el trabajo mensual, con informes precisos de las actividades y los avances que se vayan presentando. Abandonar la tarea de Inspección, vigilancia y control de las funciones Ministeriales es el peor error de un gobernante, pues en todas las áreas de la administración hay exigencias que deben ser atendidas dentro de plazos perentorios y tomar las decisiones que las comunidades están reclamando. Los almuerzos sociales y las reuniones improductivas deben ser desechadas en un buen gobierno. Otro punto a tener en cuenta es el de las ejecuciones presupuestales porque si no se invierten rápido y bien los dineros públicos, se despilfarra la mejor oportunidad para la satisfacción de las necesidades del pueblo, que son la razón de ser del gobierno.

Todas las instancias públicas deben tener equipos de planeación, de presupuesto y de ejecución de servicios y obras. No debe recaer esa responsabilidad en una persona determinada, sino en todos los que cumplen tareas dentro de las respectivas áreas. Si no hay trabajo en equipo y se empiezan a presentar divergencias y peleas internas de poder, fracasará integralmente la agenda del gobierno. Otra tarea urgente debe ser convocar todos los concursos de cargos de carrera que se encuentren en provisionalidad, para evitar que los políticos estén presionando a los vinculados para cumplir funciones ajenas a su rol específico dentro del puesto de trabajo. Cuatro años son poco para un  buen gobierno. Mucho para uno malo.

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