CONSTITUCION FICTICIA

La primera impresión que tuvieron los colombianos de la Constitución de 1991 era que se había logrado el consenso para alcanzar la paz y hacer que los derechos fundamentales y los derechos sociales, económicos y culturales fueran una realidad. Pero todo eso se ha convertido en ficción, empezando por la falta de respeto de los gobernantes de la derecha que no han querido comprender que lo primero es el ser humano y que las demás actividades, planes y programas vienen después. Si se reivindica el ser humano, la economía retoma sus senderos de bienestar y progreso.

Tema de fondo es la inseguridad y la lentitud de la justicia y de la fuerza pública para dar solución definitiva al desmonte de los grupos de violencia que manchan de sangre la geografía nacional. Lo curioso es que en todos los consejos de seguridad se presentan los problemas como se analizan desde la cúpula de la fuerza pública, pero a la hora de los operativos siempre se falla en capturar a los bandidos que operan por fuera de la ley. Son pocos los casos exitosos y la prueba de ello es que todavía permanecen en la clandestinidad asesinos a sueldo que generan zozobra y extorsionan y matan a personas inocentes por unos miserables pesos o por razones políticas.

Derechos como la salud, la educación, la seguridad social, se han convertido en ideales, pero la realidad es otra, porque miles de personas mueren por negligencia médica y por la mala atención de las EPS en la entrega de medicamentos o en la asignación de citas con especialistas. De la misma manera el derecho a la educación es un negocio en el que los más ricos acceden a todas las universidades y centros de estudio calificados, mientras la gran mayoría de colombianos no tienen recursos para pagar un semestre universitario. Las maestrías son imposibles y los doctorados son un sueño.

Otros derechos como la libertad de expresión o la protesta social son castigados algunas veces con cárcel, aún en los casos en que los manifestantes son provocados por agentes del orden cuya finalidad es proteger la vida, honra y bienes de los ciudadanos. Hubo en la Constitución una gran apertura política y social, pero los partidos se convirtieron en casas de empleo y de contratación, donde los corruptos se entronizaron para defenderse a sí mismos y no al pueblo. La participación ciudadana y la soberanía popular siguen en el papel, pues el accionar de los ciudadanos está limitado por una serie de normas y regulaciones que hacen imposible el ejercicio de la democracia directa.

Y no hablemos de la Constitución ecológica que nos llenó de orgullo internacionalmente, pero en las actividades diarias lo que vemos es la destrucción de los bosques, la desaparición de los nevados, ríos y quebradas y una disminución de la flora y la fauna nativas llegando a ver miles de especies en vía de extinción por las actividades humanas que arrasan con los derechos de los animales y de otros seres vivos. Se salva eso sí la tutela que ha sido la institución insignia y a la cual acuden todos los estratos, porque se convirtió en el único procedimiento de defensa inmediata de derechos. Una Constitución linda en el texto y en la gramática, pero su ejecución más bien parece un mito, un cuento, una historia o una fantasía.

Se el primero en Comentar

Deja tu respuesta