MENTES BRILLANTES

Los tecnócratas de hoy creen que nuestros inventos son fruto de la novedad, gracias a la labor de los actuales investigadores, que aparentan saberlo todo. No, hace 2.500 años personas sin ninguna formación universitaria fueron creando los principios básicos de la ciencia moderna y, además, se forjaron a sí mismos resolviendo los problemas que la sociedad iba presentando, a base de ensayo y error. Este método aún lo aplican los científicos porque a la hora de las certezas, nada es verdad, hasta cuando ocurre. Miremos los casos de Ctesibio, que inventó la bomba de agua, aplicó el aire comprimido y por primera vez midió el tiempo con instrumentos artesanales; Philon de Bizancio, que inventó la ballesta de repetición, una especie de ametralladora de los tiempos antiguos y  creó el primer robot, en la imagen de la mujer que sirve vino; Herón, que inventó las puertas automáticas en el templo de Serapis, ideó la primera máquina expendedora e inició la teoría del motor a vapor; Arquímedes, conocido por el famoso tornillo que lleva su nombre y que aún hoy se aplica en diferentes usos tecnológicos, además, desarrolló la teoría de las poleas, que facilita la vida de muchos aún en el siglo XXI. 

Personajes como Josh Kaufman, sostienen que no es necesario ir a una universidad a obtener un MBA, porque esos conocimientos se pueden obtener con la experiencia, pero para los tecnócratas que tienen miles de títulos a veces los cartones no les sirven de nada. Tienen el certificado, pero no le aportan valores a la sociedad. Los programas de estudio son costosos para la mayoría de las personas, y en el nivel superior solamente se aprende a investigar y a organizar el pensamiento, pero la mente científica nace con la persona; el CI es parte de la naturaleza y dependiendo de los genes y de la riqueza cerebral se hace más con la práctica que con los estudios certificados por las mejores universidades.

 J. Kaufman sostiene que los cazatalentos ofrecen sueños de riqueza y bienestar con los títulos académicos, pero que eso no es cierto en una sociedad clasista y excluyente, donde los grandes personajes son herederos de fortunas o empresas de sus abuelos o sus padres. Los poderosos no quieren que eso cambie, no quieren que lleguen al poder otros actores, de diferentes ideologías, porque temen que ellos hagan las cosas mejor que sus ascendientes y descendientes.

La mayoría de los ciudadanos cree que hay un premio nobel de economía. Pero en realidad no hay un premio nobel en esa área del conocimiento, porque no está en la relación de actividades señaladas en su testamento por Alfred Nobel. “El Banco de Suecia da un premio en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel”. Según el Espectador “Un premio en economía no fue voluntad de Alfred Nobel, por lo tanto, el dinero del Premio no proviene de la Fundación Nobel, sino directamente aportado por el Banco Nacional de Suecia. Además, los Premios Nobel se constituyeron en 1900 y empezaron a entregarse en 1901, tan solo cinco años después de la muerte de Alfred Nobel; mientras que el premio en economía es constituido apenas en 1968 y empezó a entregarse en 1969”. (https://blogs.elespectador.com/economia/. Dejemos, entonces, de denigrar de la inteligencia humana, exigiendo requisitos que no hacen parte de su dignidad. Hay un derecho a la educación, pero eso no quiere decir que los que no tienen títulos deben ser rechazados por la sociedad del control y manejo de la administración pública. La tecnocracia no es infalible, ni lleva al bienestar humano, al contrario, puede llevarla a su destrucción.

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