PARTIDOS POLITICOS FRACASADOS

La derrota que les propinó el Pacto Histórico a los partidos tradicionales en Colombia el 2022 demuestra su fracaso en la construcción de país. En efecto, los partidos políticos se convirtieron en fincas controladas por caciques de pueblos o ciudades, que no se interesan por el desarrollo, ni por el bienestar de la gente sino por promocionar negocios del sector privado para que de las ganancias que producen algo les toque a ellos y poder enriquecerse sin medida. Los partidos son agencias de empleo que solamente saben conseguir burocracia y presionar a sus afiliados para que les aporten recursos y consigan votos con sus familiares y amigos. Los partidos dejaron de ser semilleros de pensadores y grandes dirigentes, para llegar a lo que son hoy: defensores del statu quo, que solamente buscan preservar los privilegios de los más ricos y dejar abandonados a los pobres, que no han podido superar las líneas de miseria imperantes por la falta de planes y programas que los apoyen para crecer social y económicamente.

Hasta la Corte Constitucional ha incorporado en sus fallos la situación de descrédito y actuaciones contrarias a la ley de los partidos políticos al señalar que muchos de los grandes crímenes cometidos en Colombia lo fueron “por una alianza criminal de narcotraficantes, paramilitares, políticos, algunos representantes de sectores económicos, y algunos agentes del Estado que en la década de los 80, entre 1985 y 1990, en principio desde la región del Magdalena Medio, actuaron de manera conjunta para ejecutar una variedad de planes criminales. Estos planes se enmarcaron dentro de una política más amplia, pero no por ello menos sistemática, de consolidación de un orden regional a partir del cual la alianza criminal se opuso a tendencias del gobierno nacional relacionadas con la desmilitarización del Estado y la promoción de diálogos de paz con las guerrillas, y adelantó además una campaña de exterminio contra ciertas disidencias políticas en formación y otras de corte más socialista. (…) (SU-257/21).

Tales precedentes muestran cómo los Partidos políticos, antes que buscar la paz, organizaron la violencia, para quedarse con un poder monopolizado y cerrado a otras opciones. Hoy en medio de la polarización está ocurriendo una nueva violencia, la de la estigmatización, el descrédito y los ataques sistemáticos de los medios de propiedad de los más ricos, en contra de la posibilidad de que se dé mediante acciones de gobierno un cambio en la sociedad y se permita que la democracia funcione con la participación directa del pueblo y no mediante componendas y conciliábulos de las élites, en contra de las mayorías populares. Los ataques al Presidente Petro son el resultado del desespero de ver cómo los negociados que apoyaron los partidos gobernantes hasta el 2022 se empiezan a desmoronar y que en dos años han visto cerradas las puertas a la Casa de Nariño donde ponían presidentes y ministros a su antojo. Un cambio que les duele y que quieren desmontar de la peor manera, asì sea destruyendo la democracia e incendiando la casa de todos. Lo peor es que las Cortes, los organismos de control y sectores privados hacen el juego para detener el cambio que se está dando en Colombia de manera acelerada. Las Cortes, por ejemplo, tienen una desfavorabilidad en la opinión pública del 80% según las encuestas. ¿Por qué será?

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