LUZ Y OSCURIDAD

Los próximos dos años los colombianos debemos pensar para escoger entre la luz y la oscuridad. Mientras la derecha está proponiendo seguir la guerra contra todo y contra todos para que les den seguridad a sus empresas, a sus capitales y a sus grandes mansiones, rodeándolos por cientos de policías y militares resguardando sus vidas y bienes, los demás que no estamos en el círculo de los ricos y poderosos estaremos pregonando que es mejor la paz total que la guerra y que el dinero público debe ser destinado para rescatar a los pobres de sus miserias para que se derrame hacia todas las regiones de la periferia hoy abandonadas por los grandes grupos económicos. En efecto si se miran las inversiones de los últimos 30 años puede verse que departamentos de las 2 costas, salvo el Atlántico, no han progresado en justicia social y económica, lo mismo ocurre desde la Guajira hasta Leticia, desde allí hasta Nariño y desde ese Departamento hasta el Urabá incluyendo a Cauca y Chocó.

Hay que centrar las campañas en la juventud y en las mujeres, que han sido los sectores excluidos por la clase dirigente nacional, que no había querido integrar esos grandes grupos humanos a las empresas y a la administración pública, excepto por decisiones de la Corte Constitucional que ha evolucionado su jurisprudencia para que cobije a los discriminados y afectados por la desigualdad de trato por razones de género y edad. Estamos privilegiando la experiencia, que solamente la tienen los hombres maduros y viejos, que ingresaron al gobierno gracias a palancas y golpes de suerte que les dio la vida. Nunca les han abierto las puertas a los concursos de méritos, porque todos los encargados de puestos en el sector estatal son apoyados por políticos y grupos de poder que pretenden perpetuarse para derrochar los recursos del erario. La cantidad de escándalos que ha vivido Colombia desde hace 5 décadas muestra que la clase dirigente de la derecha capitalista no está al servicio del pueblo, sino que han puesto al pueblo al servicio de intereses personalistas y de la corrupción relacionada con el narcotráfico y los contratos estatales, lo que se ha vuelto incontrolable por la propia justicia.

La luz tiene que estar en el cumplimiento de la Constitución y de las leyes. Todo el que se oponga a los principios constitucionales y a las normas de la moralidad y la trasparencia son de la oscuridad y es a esos clanes a los que debemos responderles con votos de forma mayoritaria, para excluirlos del poder como ya hicimos en el 2022. Los colombianos somos personas inteligentes y sabemos que es mejor la paz que la guerra que solamente trae muerte y desolación. Que es mejor una patria democrática, participativa y pluralista que otra que no respete la dignidad humana, que niegue los derechos de los trabajadores o que monopolice las inversiones en grandes proyectos en vez de dar calidad de vida, salud, estudio y alimentación a los desposeídos. Esa es la tarea de todos los días: hacer que brille la luz del sol y que los voceros de la oscuridad de la extrema derecha no regresen al poder.

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