Un presidente de la República no necesita que todo el mundo lo quiera. Basta con que se dedique de manera integral a cumplir el programa que les prometió a sus electores y con eso pasarà a la historia. Al pueblo le interesa que no le mientan y que a pesar de los problemas todos los esfuerzos están orientados a sacarlos de la pobreza. Por eso la última encuesta de Invamer donde señala que la desfavorabilidad del presidente Petro es de 66% poco le importa a la mayoría de los colombianos porque todos sabemos que la prensa de derecha tiene enfocados sus esfuerzos en quitarle gobernabilidad al Presidente para que no se le aprueben las reformas. Los que leen periódicos y ven televisión sobre asuntos políticos son una minoría efervescente que disfruta descabezando Ministros y servidores del gobierno y que, por supuesto, hacen parte de la oposición.
Para las elecciones de Junio de 2022 Invamer daba como ganador de las elecciones a Rodolfo Hernández. Su misión era distraer a los votantes, Para eso le pagaban. Pero el resultado dejó como triunfador a Gustavo Petro y hoy gobierna a pesar de las afirmaciones uribistas que decían todos los días que “Petro nunca será Presidente”. Pues fue Presidente a pesar de todo y esa rabia que la oposición lleva por dentro se debe a que perdieron el poder en Ministerios y en el manejo del presupuesto y de las inversiones nacionales por cuatro años y quizás por más tiempo. La popularidad no es trascendente, no se necesita para ejercer el poder. En todo el mundo han elegido candidatos agrios y hasta mal hablados, pero al final de una buena gestión los ensalzan como grandes administradores de sus países.
La popularidad es importante en los reinados y en los colegios y universidades de la clase alta. Pero no en el gobierno donde las destrezas se manifiestan en la capacidad para contratar y para dar las órdenes necesarias a fin de que se cumplan los objetivos del plan de desarrollo. No es preocupante, por tanto, que la foto de un día, como son las encuestas, estén reflejando el futuro. No, se trata de mediciones sesgadas y temporales que cambian como cambia el estado de las cosas del día a la noche. Los medios de la derecha no están diciendo la verdad, ni están actuando con imparcialidad, por el contrario, se ven perdidos en el mar de incertidumbre de la economía mundial y no tienen el salvavidas del presupuesto público del que tanto se alimentaron los ricos y poderosos durante 200 años.
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