ODIO Y FALSOS POSITIVOS

El Ex ministro de defensa Diego Molano sucedió en el cargo a Carlos Holmes Trujillo. Su gestión fue una de las peor calificadas por los gremios y líderes de opinión. Es una persona locuaz, pero sin profundidad intelectual. Y quiere, a pesar de sus pocas capacidades como administrador aspirar a gobernar a Bogotá la capital del país y la capital del Departamento de Cundinamarca. Se rajó en el manejo de la protesta social, atacó al pueblo como ninguno otro y su obra como ministro fue deficiente. Hasta Duque como su jefe tuvo que rectificarlo frente a inadecuadas referencias al gobierno de Irán. La palabra correcta es pésimo administrador. Igualmente, el General® Jorge Luis Vargas quiere ser alcalde de Bogotá. En una afirmación hipócrita dice que no es de derecha ni de izquierda, pero recibió alborozado el apoyo de Cambio Radical, uno de los partidos de derecha más cuestionados por sus prácticas antidemocráticas y por el poco respeto que le tiene a las personas su líder natural “el Dr. Coscorrón”. La inseguridad se disparó en su gestión de poco menos de dos años al frente de la Dirección de la policía nacional. Hubo pues un franco deterioro de la seguridad nacional en ese periodo, que recibió el nuevo presidente Gustavo Petro.

Molano y Vargas hoy salen a hablar de odio del presidente Petro hacia los medios y hacia las instituciones, por el incidente del ingreso de un grupo de indígenas a las instalaciones de la Revista Semana. Señalar a los demás de crear odio en Colombia, cuando sus acciones dejaron sin ojos y con miembros afectados en su integridad en las protestas sociales a decenas de personas, es hacer más intenso el ambiente de polarización que vive el país. Su forma de expresarse muestra cómo manejó la Policía Nacional, lo cual deja dudas sobre su compromiso con los derechos humanos y con la administración eficiente de la entidad tan importante que tuvo a cargo. Quien ha sido autor, así sea en menor grado, de conductas contra los derechos de las personas, no puede llegar a la Alcaldía de Bogotá.

Todos sabemos, y no somos tan topes como nos cree la derecha, que los falsos positivos son la máxima expresión del odio de la clase poderosa de Colombia contra los pobres, pues aplaudió en su momento y hoy respalda el resultado de los falsos positivos, que no fue otra cosa que una cacería de seres humanos desvalidos y que fueron masacrados por unidades de la fuerza pública, para defender las propiedades y la riqueza de la clase alta de Colombia. Los resultados que mostraron al país fueron aplaudidos, sin tener en cuenta que el número de víctimas correspondía a ciudadanos humildes y campesinos, que eran disfrazados y armados para después morir ante el paredón. Eso sí es odio. Y tanto Molano como Vargas fueron parte de la institucionalidad responsable de estos desafueros que hoy cuentan los mismos autores ante la JEP y por lo cual quienes dieron las órdenes o fueron autores materiales o cómplices, deberán ser castigados por las justicia nacional o internacional. ¡Algún día será!

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