Los comicios de las consultas interpartidistas del domingo 04/06/23 tuvieron un costo superior a $27.730 millones, lo que fue calificado por sectores políticos como un despilfarro de recursos, en una actividad que pudo evitarse, pues la participación en general no superó el 2%. Así lo reconocen los medios de comunicación que reprodujeron los informes de la Registraduría Nacional del Estado Civil. El Centro Democrático y el Partido liberal “hicieron el oso” pues sus militantes apenas sí llegaron a resultados mínimos lo que evidencia la crisis en la que se encuentran. En cambio si miramos las elecciones de Congreso los partidos más votados para el Senado en 2022 fueron: Pacto Histórico (14.15%), Partido Conservador (13.60%), Partido Liberal (12.74%), Coalición Alianza Verde(12.02%), Partido Centro Democrático (11.85%), Cambio Radical (9.89%) y Partido de la U (9.25%). Se muestra una gran polarización a nivel político. Pero cuando se trata de elecciones para escogencia de candidatos, sin el apoyo total de los partidos o sin tratarse de elecciones de Congreso, Asambleas, Concejos o Presidencia de la República la participación es mínima. Prueba de la decadencia de algunos partidos y de sus líderes.
Los partidos se han convertido en Empresas de empleo e instrumentos de reparto de la contratación estatal. Fuera de estas dos funciones principales no desarrollan otras que motiven al electorado y convoquen para ir a las urnas. De allí la importancia de pensar en una cultura de voto obligatorio, para que tanto los derechos como los deberes demuestren el compromiso que están reclamando hoy las democracias de parte de sus ciudadanos. Si las personas no defienden sus derechos tampoco se sienten responsables de obligaciones frente al Estado o frente a sus semejantes en el respeto a los derechos fundamentales de las personas. Ir a las urnas debería llenar de ilusiones y esperanzas a los electores, pues ello permite la renovación ideológica y el cambio de costumbres de nuestras sociedades sin recurrir a la violencia. Una sociedad donde la decisión de las mayorías fija unas reglas mínimas en el conglomerado social se mantiene más cohesionada y fortalece la esperanza de que cada cierto tiempo vendrán cambios importantes para todos.
El ensayo de escoger líderes en pequeñas elecciones no está dando resultados en Colombia, pues pone el sello de la decadencia de los partidos en épocas donde el interés individual y colectivo no tiene motivación esencial para el cambio de las costumbres políticas. Las personas guardamos siempre la esperanza de que cada nuevo periodo de gobierno va a traer cosas nuevas y que de manera rápida obtendremos innovaciones y correcciones necesarias para afrontar el futuro en nuestras vidas y en la organización de la comunidad en general. Por eso es importante volver a revisar la Constitución como norma fundamental y analizar si sus contenidos responden a los retos modernos o ya llegaron a un punto en el que el fracaso de las instituciones es la nota principal.
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