La política es inestable por naturaleza. En efecto, para Aristóteles la actividad política era el “examen del modo en que los ideales, las leyes, las costumbres y las propiedades se interrelacionan en los casos reales”. Según Platón, los políticos debían no solo convencer, sino forzar a sus ciudadanos a ser mejores: “… tratando de persuadir a los ciudadanos y de llevarlos contra su voluntad a aquello que pueda hacerlos mejores (…) es esta la única misión de un buen ciudadano.” De allí que en la época antigua se hablara de los reyes filósofos que según varios autores devino por la situación de Atenas que, según afirmaba Platón, en sus tiempos “la ley no se cumple y la justicia se halla corrompida”. Hoy el dilema de un gobernante es flexibilizar la ley pero acabar con la justicia contaminada y sobornada. El escándalo del “cartel de la toga” que aún suelta hedores en las altas cortes, nunca se olvidará para los estudiosos del derecho.
Pero los políticos de la sociedad moderna enfrentan otros desafíos, como son las mayorías desiguales, insatisfechas, que quieren cambios pero que no les toquen a ellos sus privilegios, que se bajen los impuestos y que el derroche de los dineros públicos se elimine del sector oficial. Las personas descontentas favorecen el cambio, pero exigen demasiado en el menor tiempo posible. Por eso su disgusto crece con la inmovilidad de las reformas que ellos mismos ansiaban. Las leyes son pétreas porque los que las construyen pretenden que sus decisiones tengan un tiempo largo de vigencia. Mientras los jóvenes ven en esas normas un obstáculo a la velocidad y la aceleración del cambio que ellos necesitan para progresar.
Por eso el tiempo futuro se hace cada vez más confuso y los grupos de poder aprovechan esa situación para usar su dinero en la “compra de conciencias” que les permitan a ellos orientar la opinión pública a través de la prensa. De allí que ese “cuarto poder” (los tres primeros son el legislativo el ejecutivo y el judicial) convierte en obsesión de los ricos la manipulación ideológica o filosófica, tanto que cuando sale un estudio diciendo que algo es malo para la salud, esos centros de poder producen otro documento diciendo que no, que lo que se vende en el comercio alarga la vida y aumenta los músculos y la fuerza humana. Hay discrepancia entre medios de comunicación, redes sociales y circuitos de riqueza, porque mientras los dueños de la riqueza la aumentan exponencialmente, los pobres cada día se hacen más pobres y pierden la entrada a las escaleras de la movilidad económica y social.
Como puede verse al principio de esta nota mientras Aristóteles precisó la relaciones entre realidades y política, Platón permaneció en la alturas de la filosofía elucubrando sobre el hombre bueno. Mientras tanto, los seres humanos se matan los unos a los otros y los poderosos les quitan la riqueza a todo el que la posea sin respetar las reglas estatales, pues ellos están haciendo las reglas de los tiempos modernos y las publicitan como noticias mentirosas a través de los medios de comunicación que son de su propiedad.
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