LAS DEMOCRACIAS

Según el Democracy Index 2021, apenas un 45% de la población mundial vive en algún tipo de democracia, aunque solo el 6,4% lo hace en una democracia plena. En concreto, el EIU analiza el estado de la democracia en 165 países y dos micro estados basándose en cinco indicadores distintos: proceso electoral y pluralismo; funcionamiento del Gobierno; participación política; cultura política; y libertades civiles. Hay democracias plenas 21; los demás países se reparten entre democracias imperfectas 53, como la colombiana y otras 6 de América Latina; hibridas 34, entre ellas México; y gobiernos autoritarios 59, entre los 167 analizados. (https://elordenmundial.com/mapas-y-graficos/cuales-son-las-mejores-y-peores-democracias-del-mundo/- publicado en febrero 10 del 2022).

Colombia no es una gran democracia, pero es susceptible de mejorar. Lo ha impedido el proceso de polarización que se ha mantenido durante la última década, teniendo en cuenta que una buena cantidad de movimientos alternativos están avanzando políticamente y que en las elecciones del 2023 ganó un Presidente de izquierda, que está en unidad con movimientos de varias tendencias ideológicas, feministas, sociales y raciales. La polarización ha sido causada por la permanencia en el poder de un modelo que la mayoría considera caducado y que representa la derecha extrema de los partidos tradicionales y otro de talante renovador que aglutinó en el proceso electoral anterior a la centro izquierda y a la izquierda emergente que logró consolidar un programa más progresista.

El reto, entonces, es encontrar un punto de equilibrio que permita definir los cambios que necesita el pais para mejorar las condiciones de vida de las personas más vulnerables, de los desposeídos, los desarraigados, personas en pobreza extrema y ancianos en estado de abandono. Las propuestas del Presidente Petro son coherentes con el programa presentado a los electores y con los programas y proyectos incorporados al plan nacional de desarrollo, ya aprobado por el Congreso. Falta, entonces, que de conformidad con esa hoja de ruta los proyectos pasen por el poder legislativo obedeciendo a los criterios democráticos que todos dicen defender y a las necesidades de la población que constituyen el pueblo, “del cual emana el poder público y en quien reside de manera exclusiva la soberanía”. El Congreso, por tanto, ejerce su poder por delegación del pueblo que es el principio y fin de nuestra democracia. No podemos olvidar ese dogma constitucional.

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