El Apocalipsis es considerado uno de los libros más controvertidos y difíciles de la Biblia, por la variedad de posibles interpretaciones en los significados de nombres, eventos y símbolos que se narran. Los historiadores le dan diferentes interpretaciones, tanto que existen escuelas para asignar significados a los textos cuya autoría atribuyen a San Juan. Entre ellas la escuela idealista que “ve al Apocalipsis como una alegoría del combate espiritual entre el bien y el mal que debe tener todo fiel.” Y a esto hemos llegado en el presente colombiano donde los medios, de 10 noticias que publican en las páginas principales 8 van orientadas a atacar las políticas del Presidente Petro o a denigrar de sus aliados o a poner en boca de expertos las contradicciones que han encontrado en los proyectos de ley comentados en intervenciones públicas o puestos a consideración del Congreso.
Según la derecha intransigente nada hay de bueno en el contenido de las iniciativas, pues todas nos llevarán a las puertas del infierno si se acaba el capitalismo que beneficia y enriquece a los 2000 ricos de Colombia que son los que hacen las inversiones, responden por el empleo y que pueden llevar al pais a la salvación eterna. Lo demás es caos, desorden y confusión, pues según esos pensadores la derecha tiene a Colombia en el mejor de los mundos con sus políticas neoliberales y aperturistas. Para la derecha la participación de las mujeres es irreal, el gobierno no puede liderar políticas sobre cambio climático porque arrasan con la economía; la democratización de la propiedad de la tierra, de la producción, del saber, del trabajo y del turismo en armonía con la vida son comunismo puro y, por eso, nada de lo que presente el actual mandatario en el Congreso puede pasar.
Atacan también la iniciativa de paz total, porque ¿cómo se puede dejar el pais en manos de la mafia (que la propia derecha creó y estimuló) y de los bandidos? Eso no es posible, cuando lo que hay es que comprar armas y exterminarlos o meterlos a cárceles modernas para que no perturben el crecimiento y la buena vida que la derecha se daba antes de elegir a un Presidente que estuvo en la guerrilla. Todo el amarillismo, sin análisis, sin estudios serios, sin aportes al cambio propuesto, es lo que se está transmitiendo a los jóvenes que ya ni leen noticias ni opiniones y que están dedicados a las redes sociales como un extraordinario mecanismo de liberación y de mantenerse alejados de la poca ciencia y conocimiento que transmiten hoy los medios financiados por los poderosos. Dejemos la retórica de que vamos hacia el final de los tiempos y dediquemos nuestras vidas a generar ideas creativas y armonía, que para eso vivimos en comunidad y en un mundo donde la ciencia nos está vapuleando el cerebro para que pensemos “en lo que podemos hacer por la patria” y por el bienestar de todos, no de unos pocos privilegiados.
Se el primero en Comentar