La escala de valores que establece la sociedad es un mito de esos en los que uno puede creer o no creer. Los mitos y los ritos son inventados por el hombre, unas veces para controlar a las personas otras para liberarlas. Generalmente en las sociedades antiguas, las reglas se hicieron para dominar a los más débiles y así continuamos hasta nuestros días basados en que la desigualdad no mata a nadie y que solamente las razas superiores o los más ricos tienen la vocación para gobernar. Lo ilegítimo o legítimo de una comunidad puede cambiar mañana, lo que antes era malo hoy es bueno y viceversa. Depende de quien tenga el poder.
Los ricos creen que hay para ellos un cierto estatus democrático y que en las tribus donde ellos gobiernan todo es mejor, porque se acallan las voces disidentes con penas de prisión o con las armas. Así tuvieron a Nelson Mandela más de 20 años recluido en la cárcel hasta cuando su resistencia triunfó y llegó a gobernar Sudáfrica. La derecha racista considera que las mayorías democráticas se desvían de la ideología gobernante defendiendo criminales, otorgando beneficios a través de procesos de paz. Nunca participan en una guerra, pero les fascina la muerte que las fuerzas del Estado causan en nombre de la democracia que ellos representan. Pero no fueron los llamados héroes de la patria a quienes homenajeamos con estatuas y cánticos patrióticos los antiguos guerrilleros que se levantaron contra el poder español?
Ni la ley, ni los privilegios son permanentes. Tampoco pueden ser reconocidos por herencia. Algunos herederos de nobles apellidos han pisoteado su propio linaje convirtiéndose en homicidas, ladrones de cuello blanco y traidores a la patria. ¿Qué castigo hay para ellos? Algunos de esos líderes caídos en desgracia, por cambios de gobierno imploran una nueva educación, basada en ideas retrógradas, de dominación y esclavitud, para seguir conservando su abolengo y distinción. Muchos de los actuales propietarios no resisten un estudio de títulos pues las tierras se las arrebataron a los ocupantes originarios del territorio.
Los poderosos cuando son sacados del poder por la voluntad soberana de las masas piden la libertad que ellos negaron, los derechos que ellos no respetaron y las garantías que atesoraron para ellos y sus descendientes. Pero la democracia no es ingenua, al depositar el voto las personas saben que están escogiendo su destino y que la sociedad que se forma los salva o los lleva a perecer con ella. En nuestra democracia no hay ingenuidad, ni inocencia, ni inexperiencia. La democracia es un poder que se ejerce por quien vota bien.
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