CRISIS DEMOCRATICA

Lo que algunos representantes de la derecha excluyente llaman hipocresía democrática es la versión más anodina de la verdad, al considerar que solamente sus puntos de vista representan a la mayoría de un pueblo, rechazando todos los demás pensamientos de la ciudadanía por buenos que ellos sean. Si finalmente sus posiciones no son respetadas recurren al uso de la fuerza y al poder de las armas para terminar con esos hechos o manifestaciones contrarios a su diario acontecer. Lo estamos viendo en Perú y Chile donde por el odio hacia líderes de izquierda y sus plataformas políticas no les importa llevar a la sociedad al caos, con tal de recoger al final los frutos de sus intrigas así sea la devastación y la muerte. En Colombia voces de Congresistas de la oposición también claman por una revuelta que quite el poder al actual Presidente, porque según ellos, el cambio que se está haciendo no es bueno y debe volverse de manera irremediable al poder de las armas y al exterminio del enemigo personal o ideológico. En la Revista Semana el columnista Oscar Ramírez Vahos quiere un Bukele en Colombia para que haga lo mismo que hace en su Pais, es decir, las armas oficiales para calmar a todo el mundo a base de sangre y muerte. Eso es incitación a la violencia o instigación a delinquir. (Art. 348 Código Penal Colombiano).

Lo peor de todo es que la fuerza pública que está llena de privilegios otorgados por los gobiernos y los poderosos de este pais no quieren perderlos y no les importa ni a los activos ni a los retirados que la mayoría del pueblo esté en precarias condiciones mientras ellos disfrutan de sus clubes, su status y los altos ingresos ya asegurados por una hoja de vida llena de reconocimientos y medallas, así tales honores se hayan ganado en medio del debate de los falsos positivos. Algunos de los que vociferan en reuniones privadas por un golpe de estado no calculan las graves consecuencias para la estabilidad institucional que podría significar poner los intereses personales por encima de los populares, teniendo en cuenta que es  en el pueblo donde reside la soberanía. 

Cada pais tiene su propia historia,  y los ciudadanos que los integran siempre escogerán las mejores interpretaciones de democracia que los representen. La elecciones, si no son manipuladas, tienen que reflejar el querer popular. Entonces, es allí donde está la falla, en el sistema electoral y no en las personas que aspiran a ser elegidos. Pero cuando se habla de renovar las normas electorales nadie quiere cambiarlas porque saben que en el fondo esa desarticulación legal es la que permite el fraude y la delincuencia de quienes se mueven en el fatídico campo de la política. Las diferencias democráticas en Perú y Brasil tienen que ser resueltas bajo el imperio de la Constitución y las leyes, pero no puede permitirse que la fuerza pública intervenga o que los poderes judiciales obren para dejar a este o aquel en el poder cuando hay un gobierno elegido.

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