SALUD DIGNA

Encuestas van y encuestas vienen, unas producidas por los propios gremios de las EPS defendiendo sus posturas y su importancia en el mercado de la salud; otras, generadas por sectores independientes y, las demás, por el gobierno. Pero la realidad siempre es diferente a lo que dicen los beneficiarios de los billones que se manejan en el sector. Hay evidencia de quienes pagan por el servicio que para una persona acceder a las citas hay demoras. Además obtenida la cita si la dan en las horas de la mañana o de la tarde, el usuario debe perder el día de trabajo o por lo menos media jornada. La recepción no es eficiente: primero hay que pagar un bono y si la persona no sabe o no lleva dinero en efectivo o tarjeta, perdió la cita. El tiempo va congestionando la fila y a la hora ya hay más de 20 personas en cola. Si son varios los exámenes hay que ir de un lado a otro, porque las radiografías las toman en un centro especializado y los exámenes de sangre en otros.

Si se trata de personas de la tercera edad que deben recibir medicamentos, el calvario es otro; hablemos de una persona,  a la que un amigo, vecino o mensajero le hace el favor de recogerlos y traérselos. Cada recadero cuenta una historia diferente, pero el final es el mismo. No hay medicamentos o están agotados o puede reclamarlos ocho días después. Si la persona los requiere con urgencia debe comprarlos, porque de esa manera sí aparecen los remedios. Pero la EPS no reintegra dinero alguno. Luego de tantas trabas se presenta una tutela, que obviamente necesita hasta el trámite del desacato, porque si no hay amenaza contra el representante legal de que puede ir a la cárcel con arresto, no resuelven favorablemente el problema. La expresión de algunos auxiliares es: “espere un momento (Señor o Señora) ya le colaboro”. Ellos creen que le están haciendo un favor al paciente, pero no, el paciente está pagando, porque es del régimen contributivo no del subsidiado. Para estos últimos es peor la atención.

A las personas de  mayores ingresos que les descuentan mensualmente más de un millón de pesos, ni siquiera le ofrecen citas programadas para un examen anual, general y preventivo. Las someten al mismo calvario y a las mismas humillaciones. Hay que esperar o comprar el derecho a la salud con pagos adicionales. ¿Es esa realmente la salud que queremos los colombianos y la que nos merecemos? No, lo que ha dicho la Corte Constitucional es que todos tenemos derecho a los medicamentos y a los servicios médicos. Que así estemos en el camino de la muerte, tenemos derecho a una salud digna antes de fallecer. Y en el caso de pérdida de capacidades laborales las EPS pagan de manera tardía las incapacidades. Por eso creo más en las encuestas del gobierno, que concluye que el sistema es muy malo. El cambio en salud debe ser urgente y de fondo. Nada de maquillajes que sigan permitiendo “el paseo de la muerte”, las violaciones a la dignidad y el derecho al mínimo vital de las personas.

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