La derecha excluyente sigue atacando las políticas sociales del Presidente Petro porque viven angustiados con todos los negocios que tienen montados en infraestructura, e inversiones en otros frentes productivos. Gracias a los altos presupuestos estatales, que ahora sobrepasan los $300 billones han mantenido grandes empresas en funcionamiento viviendo y creciendo solamente con los dineros públicos. Para eso buscaron el apoyo de sus amigos políticos más influyentes para que les ayudaran a cuadrar los llamados pliegos “sastre” que no son otra cosa que una serie de reglas precontractuales donde únicamente ellos cumplen y ganan licitaciones. No hay condiciones generales sino textos “amarrados” a las oscuras intenciones de los contratistas fieles al poder, para luego financiar las campañas políticas que les aseguren la reelección a los “compinches” y la continuidad de sus negocios.
No se trata de unos pocos “fieles” que se vinculan a ese entramado corrupto. Son familias enteras, hoy llamadas “clanes” que se distribuyen por regiones y que cierran las puertas a quienes son ajenos a esas “camarillas”. Solo están los parientes más cercanos, los amigos de sus amigos y aquellos que van llegando porque doblan sus rodillas para poder sobrevivir en ese ruedo de “amistades dinerarias”. Por eso dicen en la calle los pobres que apenas sobreviven que en política no hay amigos sino “cómplices”. A los menos favorecidos por la fortuna que buscan cuando hay elecciones los compran con una botella de ron, tejas y tamales. Pero no hay un plan de desarrollo coherente que garantice inclusión y crecimiento social y económico. La pobreza general en Colombia se ha mantenido por encima del 60%.
Esa derecha también racista, no permitía que las etnias y las razas se vincularan por sus capacidades. Eran blancos todos los que llegaban al poder antes del 2022. Hijos y vinculados a las grandes familias de Colombia, con apellidos rimbombantes, que jamás han trabajado o ganado el pan “con el sudor de la frente”, sino que siempre han tomado la leche de la “ubre estatal”. La derecha proclama sorpresa porque se están destinando billones del presupuesto para pago de subsidios a los pobres, a las madres cabezas de hogar, a los ancianos y no jubilados, pero le quitan a las carreteras 4G y 5G, pues a través de la infraestructura se llevaron bastante dinero como hicieron con la firma Odebrecht. Los medios amigos de ese poder de la derecha lanzan esta alarma: “El presidente Gustavo Petro quiere aplicar la fórmula de los subsidios en pleno año electoral. Y lo quiere hacer en 2023, cuando el país está citado a urnas para reconfigurar el poder regional, escenario político en el que Pacto Histórico quiere conquistar varias alcaldías claves como Bogotá, Medellín y Cali”. La derecha segregacionista ha manejado los subsidios durante toda la historia republicana de Colombia comprando conciencias, pero hoy gritan espantados de que el Pacto Histórico devuelva el poder y el dinero público al pueblo.
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