COLOMBIANOS INSULTADOS

Ahora a la derecha le ha dado por insultar a los nacionales que ven en la figura del Presidente Petro el cambio que todo Colombia estaba esperando. La Senadora Cabal, dijo sin mucha reflexión: “A los mamertos les fascinan los tenis, pero no saben que vienen del petróleo. Les fascinan los celulares, pero ignoran que están hechos de minerales”, dijo la senadora del Centro Democrático; y agregó: “La pelea contra la imbecilidad colectiva es dura, pero la vamos a ganar”. Y otra comentarista sin reato de ninguna naturaleza expresó que los posibles cambios en el sistema pensional son un robo del dinero de los trabajadores. Pero Rousseau expresaba sobre el tema: “Los insultos son los argumentos empleados por los que están equivocados”.

Pero repasemos la historia, que es la que siempre nos da la razón para la insubordinación o la idiotez. En los textos de Pedro M. Ibáñez, “Crónicas de Bogotá”, Tomo I leemos que los dos últimos Zipas (Tisquesusa y Zaquesazipa), murieron asesinados por la avanzada conquistadora sobre sus tierras y que “desde ese día la raza chibcha, sojuzgada por la española, fue degenerando en número y en fuerzas; dominada por las armas, privada de cargos militares y civiles, excluida de los santuarios religiosos, quedó viviendo en servidumbre trabajando en el comercio y en la industria, para enriquecer a los conquistadores”. A partir de allí, todos los que somos descendientes de los propietarios originarios de estas tierras, permanecimos en silencio ante el abuso de la riqueza y del poder de los herederos de los vencedores, hasta el 2022, cuando mediante el voto popular fue expulsada del poder la derecha gobernante en Colombia.  

Es posible que la paciencia o la idiotez de los desvalidos, como la llaman otros, esos sí poderosos ejecutivos de las antiguas familias aumentadas con dineros pagados por el erario público, hayan gozado de todos los honores y privilegios de su abolengo y apellidos, construyendo una genealogía de corrupción y desafueros en contra de los intereses populares. No solamente hemos crecido por el capital que ellos amontonaron sino por el trabajo de los humildes, que por el poder de las armas y las leyes más retrógradas, guardaron la flaqueza que les impedía rebelarse por miedo a la cárcel o al paredón.

El cambio político e ideológico tiene que llevarnos a todos a pensar que el futuro que hoy estamos construyendo debe estar basado en la igualdad y en el derecho de todos de acceder a los cargos y honores que otorga la democracia. Que esa palabra con gran sentido de humanidad sea lema y paradigma de la Colombia nueva y en paz. Por eso hay que reseñarlo: “imbéciles los que creen que las mayorías somos imbéciles”.

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