CONGRESISTAS SIN ALTOS ESTUDIOS

Un sondeo realizado en el Congreso de Colombia sobre competencias profesionales por el diario El Colombiano concluyó que “44 no reportan ningún estudio universitario a nivel de pregrado, bien sea técnico profesional, tecnológico o profesional universitario; 108 registran algún pregrado como máximo nivel de estudios, y solo 6 reportan algún nivel de estudio a nivel de doctorado. Otros 44 registran una o más especializaciones como máximo nivel de estudios y 73 tienen maestría”. La formación, pues, resultó desigual, lo cual no es malo para la democracia. En todas las épocas de la historia de la humanidad los congresos o corporaciones legislativas han estado conformadas por personas de diferentes capacidades y ello les da una cara multifacética a quienes expiden las leyes, pues de la suma de experiencias nace la gran verdad. Unos aportan mucho, otros poco, los demás  nada.

A veces las sociedades suelen estar marcadas por liderazgos fuertes como los de los grandes caudillos de la historia antigua. Según se lee Alejandro magno fue uno de los que más impulsó las letras y la cultura tanto que dejó concentrados en la biblioteca de Alejandría miles de textos antiguos, que la convertían en un pozo de conocimiento para todas las culturas que se paseaban por el gran río Nilo y por el Mediterráneo. Pero también hay que resaltar a los primeros filósofos que, sentados a la orilla del mar o en sus chozas o mansiones, pensaron en un mundo diferente al que estaban viviendo y crearon teorías que seguimos discutiendo. De ellos siempre recordamos a Platón, Aristóteles, Hesíodo, Anaximandro, Parménides, Heráclito y ninguno de ellos tuvo título Universitario o de bachiller. Se formaron a sí mismos con los datos del tiempo en que vivieron dentro de su sociedad. Por eso, como decía un amigo mío, “uno tiene que gobernar con lo que da la tierra”.

No busquemos, entonces, personas muy, muy brillantes, al frente de la política, donde prevalecen los liderazgos y no el conocimiento. Si se dan las dos cosas juntas es maravilloso, pero si falta una de ellas no tenemos por qué señalar a quien le falta uno u otro calificativo como intelectual o investigador o científico. Este tipo de sabios rara vez llegan a la política, porque en ella prevalecen por regla general características muy diferentes, como el recelo, la envidia, las malas pasiones, la intriga y el manoseo profesional, que convierte a grandes personajes en “lagartos de medio pelo”. Es responsabilidad de los gobiernos, eso sí, procurar que las instituciones educativas profundicen en la formación de todos los seres humanos para que comprendan el mundo en que viven y sepan enfrentar los retos que el cambio y su acelerado proceso de transformaciones va dejando en la memoria de los pueblos. Pero como todo es un proceso, demos primero buena salud y, luego, excelentes infraestructuras educativas tanto físicas como tecnológicas si queremos avanzar en el mundo moderno. De allí saldrán los genios del futuro.

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