Lo que la extrema derecha anunció como un desastre no ha pasado, lo que temían no se hizo realidad. Pensaron en que el nuevo gobierno aceleraría la violencia y todos los caminos nos están conduciendo a la paz. Crearon la idea de que los saboteos y la marchas impedirían el desarrollo y lo que vemos es diálogo entre empresarios optimistas y el Presidente Gustavo Petro que se ha comprometido a apoyar una economía solidaria, que permita terminar con la desigualdad y la pobreza, o por lo menos a abrir los caminos que los gobiernos anteriores tenían cerrados.
Empecemos por la reorganización de la fuerza pública, que ha llevado a los altos cargos a otros oficiales que estaban “haciendo cola”, paro no podían ascender porque los amigos de la derecha los tenían anclados. Ese cambio de nombres y la llegada de rostros nuevos permiten establecer que la fuerza pública tiene una estructura muy sólida, y que pueden mostrar hombres y mujeres ajenos a los falsos positivos, la violación de los derechos humanos y la corrupción de que tanto se ha hablado entre los oficiales de alto rango auxiliados por subalternos uniformados. Las instituciones no son las personas, la organización estatal tiene su propia arquitectura que está diseñada para apoyar un Estado social de derecho. Pero cuando hay “manzanas podridas” deben ser retiradas del lote, porque ellas dañan a las demás. La esperanza de todos los colombianos es que la nueva cúpula afronte los desafíos de la violencia interna y ayude a consolidar una paz integral con garantías de no repetición de la violencia armada.
Sigamos con la tributaria que ha traído temores de muchos grupos representativos de la sociedad. Todo porque los anteriores gobiernos, para calmar a sus contradictores los llenó de exenciones impositivas y privilegios, que nadie quiere que se los quiten. Pero apoyos tributarios sin resultados objetivos para la mayoría de la población y para aumentar el ascenso social de los más vulnerables no son aceptables. Todo subsidio debe tener una justificación en el cambio real de la sociedad, no pueden aplicarse a actividades donde solamente unos pocos se enriquecen en perjuicio de la mayoría. Por eso el diálogo es importante, en la medida en que los gremios están apoyando los objetivos del gobierno nacional para proteger el medio ambiente, disminuir la pobreza y atacar la desigualdad. Si la reforma tributaria deja satisfechos a todos, a los de abajo porque se ganan recursos para aumentar el tejido empresarial y a los de arriba porque ven que les quitan pero que pueden seguir creciendo, se haría un esfuerzo para alcanzar las metas del programa de gobierno, que se verá reflejado en el plan de desarrollo que deberá presentarse próximamente al Congreso. Todo por la construcción de una paz estable y duradera y el desarrollo con justicia social.
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