SALARIOS PRIVILEGIADOS

La Corte Constitucional ha desarrollado el concepto del mínimo vital en diferentes jurisprudencias. No obstante esas explicaciones los gobiernos siguen pagando salarios de hambre en todo el territorio. Si bien es cierto a nadie se le puede regalar todo lo que necesita para vivir, el Estado está en la obligación de generar equilibrio en los ingresos de todos los habitantes del territorio, así algunos crean que dar subsidios para mejorar el ingreso de las familias vulnerables sea una política comunista. Eso lo afirman equivocadamente, pues la vida en común de las pequeñas sociedades se practicó en los primeros tiempos y quienes nacían con limitaciones o que como consecuencia de la guerra no podían volver a trabajar normalmente o a participar de ciertos deberes, eran apoyados  de manera integral por toda la comunidad.

En las elecciones de 2022 Colombia dio un salto ideológico desde el punto de vista político y debe prepararse para un cambio en las políticas públicas que marca la economía del consumo. Si las mayorías votaron por una reforma institucional debe cumplirse el programa dentro de parámetros de sensatez y buen juicio. Pero hay que empezar por desmontar los salarios privilegiados del Presidente, los Ministros, los Congresistas, la rama judicial, los organismos de control y los cargos de gerentes de entidades descentralizadas y de subalternos que llegan a la administración no a prestar un buen servicio sino a lucrarse de lujos y gabelas estatales, mientras la gente humilde hace esfuerzos por sobrevivir.  

Hoy un congresista gana 34.4 veces más que un trabajador de salario mínimo. Mientras los trabajadores crean riqueza y bienestar para otros, ellos padecen graves angustias para dar lo necesario a su familia. Esa es la parte emocional que deben estudiar a fondo quienes dictan las leyes y fijan los salarios. Todas las personas tienen derecho a una vida digna y para ello se requiere una “remuneración mínima vital y móvil” según lo detalla la Constitución. (Art. 53)

Las reformas tributarias, por tanto, deben empezar por gravar a quienes más tienen, como aquellos que exhiben lujosas residencias, aviones de lujo, yates, fincas de cientos de hectáreas sin uso alguno, carros de alta gama por decenas y hasta más, que exhiben  con soberbia frente a los millones de pobres que los ven pasar, porque a veces ni siquiera respetan las áreas peatonales y de recreación. Si los nuevos gobernantes van a dar ejemplo de austeridad y prudencia en el gasto, deben empezar por deshacerse de todos los privilegios que la clase capitalista en el poder ha mostrado en exceso en un pais pobre como Colombia. No puede ser posible que hablemos de pais rico donde 20 millones pasan dificultades para comer tres veces al día, otros 20 sobreviven endeudándose con los bancos y apenas 10 millones disfrutan de medianas y excesivas comodidades, exclamando a los cuatro vientos frases como “de malas la vida es así” o “ ser pobre no es tan malo”.

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