REFORMA TRIBUTARIA

El diario Portafolio hizo una investigación y encontró que en los últimos 50 años se han aprobado en Colombia más de 30 reformas tributarias. En ellas la contribución de las sociedades se concentra en muy pocas empresas. En efecto, del total de personas jurídicas, 5.259 aproximadamente corresponden a la categoría de “grandes contribuyentes”, que aportan el 78% del recaudo total del impuesto de renta. Las personas naturales aportan una cifra cercana o superior al 4%. Por tanto, un cambio en las reglas de juego debe analizar muy bien qué efectos se producen en el empleo, las posibilidades de inversión de las empresas y la capacidad de gasto en las personas naturales.

Los desembolsos del Estado tienen muchas cartas ocultas, especialmente las que se refieren a erogaciones que no mejoran la calidad de vida de las personas, sino que se destinan al funcionamiento de un aparato estatal que cada día se “engorda” más. El gran logro de una reforma tributaria es reducir el gasto improductivo y generar apoyo a las actividades rentables cuyas utilidades puedan destinarse al crecimiento empresarial y personal de todos los trabajadores y al apoyo de los habitantes de menores recursos. La pandemia nos puso en la linea de tiempo del modernismo y la tecnología, que debe aprovecharse al máximo para ahorrar en puestos de trabajo innecesarios y evitar la construcción de palacios y edificaciones para volver a la presencialidad. Lo de hoy es la virtualidad, contra el boato oficial.

La DIAN expresa en uno de sus documentos de estudio: “El reducido tamaño de la base tributaria explica en parte la elevación de las tasas. Ante las mayores tasas, muchos sectores empresariales han intensificado la búsqueda de tratamientos preferenciales por medio de un variado y creativo sistema de exenciones, descuentos y deducciones.” “Los beneficios han generado una inmensa complejidad, lo que dificulta la tarea para el contribuyente y la administración, además de dar pie a enormes inequidades horizontales. Es decir, contribuyentes con ingresos similares pagan impuestos muy diferentes.” (DIAN estudios).

Entonces, lo primero que hay que revisar es el ingreso de los altos funcionarios del Estado y congresistas que ganan más de $20 millones mensuales, y que se valen de ciertos beneficios fiscales para pagar poco, cuando ellos tienen prebendas como lugares de trabajo, vehículos, seguridad, gastos de representación, tarjetas para pago de relaciones públicas y descuentos otorgados por el cargo que desempeñan. Una reforma debe partir entonces de varios pilares: afectar las rentas que generan un ingreso extraordinario al contribuyente, permitir deducciones y exenciones por los costos de producción o por la actividad como en el comercio, eliminar los desequilibrios, crear un sistema más simple con declaraciones sugeridas, de acuerdo con los ingresos registrados o las operaciones comprobadas por la Dirección tributaria.

Construir una reforma requiere, por tanto, consensos y acuerdos, pues hoy los libertarios sostienen que los impuestos son un “robo”, y que las tarifas que se imponen a los contribuyentes son excesivas. Un sistema justo es lo mejor para todos. Si desde el pacto Histórico se promueve una reforma equitativa se daría ejemplo de lo que puede ser una política tributaria sin abusos, ni excesos. Recordemos que el pueblo no va a juzgar a los asesores sino al Presidente de la República, que es quien asume toda la responsabilidad por sus actos y los de sus subalternos.

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