El gobierno de Colombia no tiene vergüenza para mentir y lo hace con un tema que afecta a muchas personas como son los pobres. Duque tiene a todos sus funcionarios (porque son de él y no del Estado) diciendo mentiras a diestro y siniestro, sobre logros y realidades sociales y económicas que solamente existen en un mundo utópico. Quieren hacernos creer el cuento del pollo. En un país donde hay trece millones de hambrientos y se consumen 13 millones de pollos cada pobre se come diariamente un pollo. Esa es la lógica de un gobierno que no se ha hecho querer sino de los ricos que controlan el poder y los contratos estatales. Y no es porque ser rico sea malo sino porque han logrado grandes fortunas administrando las riquezas que son del pueblo colombiano, como los puertos, los peajes, los servicios públicos, las grandes obras de infraestructura y monopolios como el baloto. Y los grandes gremios que tienen al Estado como la gallina de los huevos de oro administrando los parafiscales que cada gobierno asigna a dedo mediante contratos leoninos donde el grupo económico dispone de al menos el 10% del ingreso total de esos recursos.
A base de cifras y términos estrambóticos nos hacen creer que hay una pobreza monetaria y otra pobreza monetaria extrema, donde unos comen y otros lo hacen con dificultad. Pero ser pobre es salir a la calle y regresar al hogar y no tener ni siquiera con qué comprar un pan, un huevo o una tostada para mitigar el hambre. Eso no lo saben los altos funcionarios del Gobierno que devengan de $15 millones hacia arriba o que se jubilan con 25 salarios mínimos legales mensuales. Hay, por tanto, más de 20 millones de colombianos en desamparo y, esos, más los otros que están en incapacidad de trabajar por falta de fuentes de empleo y están en la informalidad, forman el 70% de los infortunados que apenas logran 1 comida al día. Pero eso sí en las elecciones los buscan con trago, tamal y transporte para que depositen el voto por los aliados del Presidente de turno, los salvadores de la patria. Porque antes de las elecciones reparten hasta besitos.
La realidad de estas elecciones 2022 es que el pueblo busca reivindicaciones reales, no limosnas que los ponen en situación de menesterosos de una elección a otra. Es la misma historia de los países más pobres como Haití, Venezuela, Nicaragua, Honduras, Bolivia, El Salvador, Belice, Guatemala, Surinam y Paraguay. Colombia tiene un PIB menor que el de Brasil, México y Argentina y muy similar al de Chile y Perú. Así según la CEPAL, “como consecuencia de la crisis sanitaria y social prolongada de la pandemia de COVID-19, la tasa de pobreza extrema en América Latina habría aumentado del 13,1% de la población en 2020 al 13,8% en 2021, un retroceso de 27 años”. Afuera y dentro del país hay que hacer esfuerzos titánicos para acabar con la pobreza y no ocultarla debajo del tapete como desean los poderosos de Colombia. Eso no lo hace un gobierno oligárquico, sino uno identificado con las clases populares. En la campaña hay que llamar al pueblo a que vote por sus propias reivindicaciones sociales, económicas y culturales, que no las reconocerán los que están hoy en el gobierno.
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