Si algo enaltece la política es el rico fluir de las ideas. Fue por ello por lo que hombres de gran estatura intelectual como Aristóteles, Tomás de Aquino, Thomas Hobbes, John Locke, Rousseau, Paine, Kant, Tocqueville, se ocuparon de ella. El alto interés de la sociedad por la política ha puesto a los mejores en medio de los más grandes debates del entendimiento y de la razón. Pero la política colombiana parece una discusión de taberna, donde un partido de derecha minimiza la capacidad intelectual de los colombianos para direccionar la política hacia enemigos invisibles ubicándolos en Venezuela, Nicaragua y Rusia. Esos dirigentes son mentirosos o son obsesivos, pero parece que están siguiendo la doctrina implantada por la nazis antes de la segunda guerra mundial, bajo la dirección de Joseph Goebbels a quien apodaban el “enano cojo y diabólico del régimen”. En efecto, están trivializando la política con ideas que recurren al miedo y no a la supremacía del intelecto sobre la guerra.
Goebbels impuso 11 principios que se han popularizado en las redes y que le sirvieron para impulsar las ideas más perversas contra ciudadanos inocentes e indefensos que fueron víctimas de una política de odio y no de ideas. Así se inventaron el paradigma de: 1.- Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único Símbolo; Individualizar al adversario en un único enemigo; y lo complementaron con: 4.- Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave. Estos dos preceptos, el uno y el cuatro, sirvieron para apoderarse de la Europa de 1930 y hasta su neutralización en 1945, después de haber causado miles de muertes y destrucción sin límites por todo el territorio del viejo continente. Esta ideología de la guerra y de la muerte basada en copias de repeticiones antiguas alarma a la juventud de hoy y a las generaciones que esperaban más programas y menos “de lo mismo”.
Una campaña política no puede estar dirigida contra este o aquel candidato. Tiene que ser un derrotero de debates sobre lo mejor del mundo moderno y la manera de continuar las ideas más relevantes para el progreso de los pueblos. Centrar la política en que ese candidato es malo, porque nació malo y seguirá siendo malo es la peor tragedia para quienes esperamos mentes brillantes al frente del Estado. Los candidatos que siguen ese derrotero deben ser excluidos por los votantes porque no aportan nada al crecimiento económico y al cambio social. Por el contrario, estimulan de manera directa la violencia y la guerra de la que se lucran los sectores capitalistas de la Nación.
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