ENDIOSANDO FUNCIONARIOS

Vivimos el presente mirando hacia el pasado. Y, para muchos, el futuro no importa. Por esa razón los servidores públicos en la sociedad son tratados como personas de otros mundos, superdotados y brillantes, pues el hombre del común todavía cree que el poder terrenal proviene de los dioses. Así se comportaron todos los antiguos reyes y gobernantes de la historia antigua y medieval. A pesar de sus defectos y de la inmundicia de su proceder como seres humanos, querían que los respetaran y adoraran por su sangre. Otros llegaron a afirmar que el color de la piel era la manifestación más clara de qué razas tenían que someterse a la esclavitud. Pero desde principios del siglo XXI el ciudadano inició un camino tecnológico muy avanzado y se introdujo en la Web. Internet, entonces, es el nuevo rey de la humanidad, que ha vinculado a los seres humanos de todas las razas, ideologías y religiones y los ha convertido en seres humanos iguales.

La igualdad constituye fundamento insustituible del ordenamiento jurídico que se deriva de la dignidad humana, pues resulta de reconocer que todas las personas, en cuanto lo son, no presentan entre sí diferencias sustanciales. Todas, en su esencia humana, son iguales y merecen la misma consideración, con independencia de la diversidad que entre ellas surge por motivos accidentales como la raza, el sexo, el color, el origen o las creencias. El concepto genérico de igualdad encuentra uno de sus desarrollos específicos en la llamada igualdad de oportunidades, que, sin desconocer las reales e inmodificables condiciones de desequilibrio fáctico, social y económico en medio de las cuales se desenvuelve la sociedad, exige de la autoridad un comportamiento objetivo e imparcial en cuya virtud, en lo que respecta a las condiciones y requisitos que ellas pueden fijar, otorguen las mismas prerrogativas y posibilidades a todos aquellos que tienen una determinada aspiración. De allí que el primero que debe bajarse del trono es quien tiene el poder, pues su investidura es accidental y se la dan el pueblo y las leyes. Su juramento es respetar la Constitución y las normas que la desarrollan, pero en sentido estricto, no separando aquellas que infligen castigos para usarlas todos los días y las demás que generan igualdad de trato para ignorarlas.  

Se calcula que más de 3.000 millones de personas en el mundo utilizan las redes sociales. Este número aumenta cada día. Las redes sociales más populares son Facebook, YouTube, Twitter, SnapChat e Instagram. Utilizamos estas plataformas para comunicarnos con nuestros amigos y conocidos, además de conectar con personas que comparten nuestros mismos intereses. Las redes sociales informan, controlan, fiscalizan y dan más trasparencia a las actividades de los gobiernos, cuando ellos arbitrariamente no la esconden. Los medios de comunicación tradicionales deberían dejar ese temor frente los gobernantes y desenmascararlos en vez de elogiarlos a cambio de una pauta publicitaria, exigiendo que sean imparciales y honestos. Hay que quitarles ese poder de diferenciar entre amigos y enemigos del régimen para repartir favores o perseguir a otros. Basta con no publicarles sus fotografías, sus falsos informes y sus rebuscadas rendiciones de cuentas que afirman más fracasos que éxitos.

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