Con el actual censo electoral, superior a los 38 millones de votos, el candidato que quiera ganar en la primera vuelta debe sacar mínimo 12 millones de sufragios. Eso equivaldría al 60% del potencial de electores de los cuales 18 millones son hombres y 20 millones son mujeres y de otros géneros. Hay suficiente ilustración entre los colombianos sobre la miseria y la desigualdad, los privilegios y la capacidad de manipulación de las clases más poderosas, que se ve reflejada en el reciente escándalo de la excongresista Aida Merlano, protegida de los clanes Char y Gerlein. El voto secreto y la necesidad de una alternancia en el poder tiene que motivar al pueblo a salir en masa a escoger a sus nuevos gobernantes, para abrir la puerta a un futuro diferente. En esa nueva etapa esperamos cero corrupción, inversiones en el sector social, reparto equitativo de los recursos nacionales hacia la regiones y transparencia en el cumplimiento de todas las tareas administrativas del Estado.
En un Estado Social de Derecho no existen poderes ilimitados, en tanto que ellos están siempre ordenados a un fin específico como lo disponen las normas que les atribuyen competencia, y no a cualquier fin; es precisamente lo que hace que los actos proferidos por las autoridades en ejercicio de sus competencias legales sean controlables. Esa es la primera característica que debemos buscar en quien asuma el mando, que permita que los ciudadanos tengan poder suficiente para controlar el Estado y que mediante las veedurías ciudadanas se evite el abuso del poder. Nada de familiares y parientes cercanos o lejanos de los congresistas o de otros altos funcionarios en cargos oficiales, salvo los ganados mediante concurso de méritos. Nada de contratos a dedo a favor de protegidos políticos, mientras la mayoría de los colombianos están resistiendo contra el hambre.
La moral social es otro valor que involucra a toda la comunidad y cuya prevalencia es, por tanto, de interés general. Consiste en el mantenimiento de una conducta, no ya solamente individual, inmanente, sino colectiva, que se ajuste a ciertos principios éticos y a lo que esa sociedad considera deben ser reglas de conducta que conduzcan a una convivencia armónica, al mutuo respeto entre los asociados y, en última instancia, al logro de la paz tanto a nivel interno como a nivel colectivo. Como el orden público es un derecho de todos los asociados -que implica los correlativos deberes-, y la moral social es parte integrante de él, todos los asociados tienen el derecho a ser beneficiarios de condiciones de moralidad, en el entorno que rodea sus vidas. Por las razones anteriores los 12 millones de votos tienen que salir en la primera vuelta, hombres, mujeres y comunidades LGBTIQ+, ambientalistas, defensores de la paz, intelectuales, desempleados, emprendedores e innovadores. Todos buscando una metamorfosis que nos permita vivir en un ambiente solidario, fraterno, en amistad, afecto y prosperidad.
Se el primero en Comentar