LA DERECHA RECHAZA EL POPULISMO

En Colombia la derecha gobernante califica como populista a todo dirigente que no está bajo sus banderas. Y es que creen que los programas de gobierno que ellos impulsan son los auténticos, los representantes de la nacionalidad, los más claros y los que pueden llevarnos a la tierra donde “mana leche y miel”. Lo lamentable es que no se miran a sí mismos ni piensan cómo los ven los ciudadanos humildes, los verdaderos demócratas, pues para estos son los patrocinadores de las guerras, de las divisiones sociales y de la corrupción nacional donde se dan un banquete con los recursos públicos.

Por eso me di a la tarea de buscar ensayos sobre el tema y hay muchos, donde, por ejemplo, personalizan el calificativo y lo expresan como manifestación de sentimientos populares, de luchas sociales y de rechazo a la exclusión social. “El populismo debe definirse primero que todo por las condiciones que le crean ambiente y posibilitan su realización. Los elementos ambivalentes que lo caracterizan (izquierda/derecha; autoritarismo/democracia; participación/seudo participación; integración de masas/autonomía; nacionalismo táctico/antiimperialismo), se crean en el plano concreto de la historia en que emerge”. Así lo afirma Marco Palacios en su documento El populismo en Colombia 1971.

Para otros el populismo es la construcción de unas elites a las que se culpa de los males que tiene una Nación. Esto es populismo de centro, personificado por élites corruptas, e instituciones desprestigiadas como los partidos políticos. Tales militantes han optado por movimientos ciudadanos o partidos independientes, según los cuales “ellos y solo ellos representan al pueblo”. (https://es.scribd.com/document/508697476). De esa manera el término populismo puede ser aplicado a todas las ideologías, según la parametrización sociológica o filosófica que se aplique. Hay que pedir, entonces, que el hablante explique qué significado está dando al término “populista” para poder entender el mensaje.

Colombia es un Estado social de derecho, democrático, participativo, pluralista, solidario y con prevalencia del interés general. Si quienes vivimos aquí, estamos de acuerdo con esos enunciados, y respetamos la Constitución, no tendremos problema en entender que según la Corte Constitucional hay interdependencia entre el Estado social de derecho y el principio democrático porque “el primero supone la adopción de políticas sociales que normalmente sólo a través del segundo se establecen. Las demandas por bienes y servicios formuladas por las personas, los grupos, las asociaciones, los partidos y demás formas de acción y cohesión social, se hacen presentes, compiten y se tramitan a través de los distintos mecanismos, directos e indirectos, de participación democrática. La distribución del producto social es esencialmente un asunto político, máxime si entraña gasto público y supone el ejercicio de la potestad tributaria enderezado a arbitrar los recursos para realizarlo”. C-566/95.

Así pues, la defensa de los derechos fundamentales de las personas, de los derechos sociales, económicos y culturales, no son “populismo” sino la búsqueda del cumplimiento de las normas consagradas en la Carta Política y que se concretan en la vida diaria de todas las personas residentes en el territorio. Hay que estudiar más para entender los significados reales de una Constitución de avanzada como la de 1991 en algunos puntos específicos como el respeto por la igualdad y la dignidad de las personas. Pero también debemos escoger gobiernos que ejecuten esa política social y se alejen de la guerra y que dejen de creer que con la fuerza de las armas se pueden acallar los movimientos sociales y las reivindicaciones populares.

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