LAS MUJERES AL PODER

Según datos recientes de las Naciones Unidas “solo 22 mujeres en todo el mundo son jefes de Estado o presidentas de Gobierno. Ello equivale a que “un 6% de 193 países tienen a una mujer como jefe de Estado y apenas un 7% dirigiendo un Gobierno”. El total de mujeres parlamentarias llega a 25.5%. Mientras que el 70% de los trabajadores de servicios, cuidados y salud durante esta pandemia son mujeres. Eso significa que para salvar las vidas de la emergencia global sí reconocemos la competencia de las mujeres pero no para mandar, planificar y ordenar el caos político generado por una cultura machista arraigada por todo el mundo. La aceleración del cambio social desde la década de los 60’s debió llevarnos a todos a valorar más el esfuerzo conjunto de géneros para enfrentar los retos que desde ese lapso se plantearon a la comunidad internacional. Pero el virilismo ideológico nos trancó y eso ha traído como consecuencia que casi el 52% de la población, representada por las mujeres, esté bloqueada y con pocas posibilidades de hacer política de la buena.

“El Género es considerado el conjunto de características sociales, culturales, políticas, psicológicas, jurídicas, económicas asignadas a las personas en forma diferenciada de acuerdo con el sexo. La Ética se considera, de forma resumida, la filosofía de la moral  y su análisis lo constituye el proceso teórico/práctico que permite analizar diferencialmente entre hombres y mujeres, sus papeles, responsabilidades, conocimientos, el acceso, uso y control sobre los recursos, los problemas y las necesidades, prioridades y oportunidades con el propósito de planificar el desarrollo con eficiencia y equidad.” (Scielo-junio 2011-Hernández-Cruz-Brito). Los derechos de participación política son algunos de los que han sido expresamente reconocidos a las mujeres. La convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW), en su artículo 7, exige a los Estados tomar medidas apropiadas para que las mujeres accedan, en condiciones de igualdad, al derecho a votar y ser elegibles, participar en la formulación y ejecución de políticas públicas, ocupar cargos públicos, así como participar en organizaciones no gubernamentales que se ocupen de la vida pública y política.

Las elecciones de 2022 son una oportunidad maravillosa para depositar el voto por las mujeres que aparezcan en las listas de los partidos y movimientos políticos que se presenten a la contienda, en el entendido de que si la mayoría de ellas llega al Congreso tendremos la posibilidad de hacer más cambios de fondo, que si esas corporaciones se llenan de los mismos varones que han estado dedicados a conservar el statu quo, donde solamente caben ellos y sus truculentas marrullerías politiqueras. Así, ellas podrán aprobar leyes que las saquen de sus casas y les permitan el tiempo necesario para mejorar las condiciones sociales y económicas del pueblo, que tanto necesita de personas que conozcan de sus necesidades. Las mujeres han sido madres, cuidadoras de hogar, domésticas, compañeras obedientes de sus consortes, pero no han logrado regular los mecanismos jurídicos que las pongan en igualdad de condiciones para mejorar la economía, estabilizar la paz, enfrentar el futuro con grandeza, crear instituciones justas y garantizar el respeto por los derechos humanos de todos. Las mujeres podrán darnos más garantías, más ética pública y más solidaridad en un mundo que cada vez se acerca con celeridad al caos político y social.

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