LA REVOLUCION DE LA DIVERSIDAD SEXUAL

“El ADN, es la llave maestra de la evolución humana. Los avances en genética incorporan matices fundamentales al clásico debate sobre si nacemos o nos hacemos. Las mutaciones esconden la clave de esta revolución en ciernes”. Así empieza un escrito de Javier Sampedro en el diario el País de España, (2017), que nos debe llevar a nuevos procesos de reflexión sobre las personas y la naturaleza. Uno tiene que imaginarse que los primeros pobladores de la tierra fueron el producto de las luchas por la supervivencia y el amor por los demás. Atendiendo a la frase de “el hombre es un ser social por naturaleza” atribuida al filósofo Aristóteles (384-322, a. de C.) podemos constatar que nacemos con la característica social y la vamos desarrollando a lo largo de nuestra vida, ya que necesitamos de los otros para sobrevivir. En principio los seres originarios combatieron por la comida y, luego, por el dominio y el poder que daba la tierra y el comercio. Esa naturaleza de violencia y amor afectó sin duda el ADN humano, por lo cual esas tendencias que crean la “memoria de las células”, nos marca en el largo proceso de la evolución.

A nadie extraña que las especies sean tan diferentes y eso nos maravilla y nos entretiene. La vida se llena de colorido cuando contemplamos una pradera tupida de variados animales y vegetales, que engalanan y despiertan el esplendor de la naturaleza. Eso llevó a Heráclito a decir: “de las cosas diferentes nace la más bella armonía”. Muy diferente a lo que ocurre en los desiertos, donde al principio nos sorprende su aridez. Pues bien la diversidad sexual no es asunto novedoso ya que griegos y  romanos mantuvieron relaciones homosexuales. Y algunos autores sostienen que en las grutas encontradas hay pinturas que reflejan los mismos comportamientos en las personas de la prehistoria. El debate entonces no es si uno nace o se hace diverso en materia sexual, sino qué derechos tiene, no porque la sociedad los reconoce sino por efecto de la dignidad humana y de contera por el libre desarrollo de la personalidad. Las diferentes manifestaciones de las comunidades LGBTI+ reclamando sus derechos tiene que aceptarse como un proceso natural de la evolución humana y de las especies que habitan sobre la faz de la tierra. Son estas comunidades las que de manera independiente y valerosa han puesto como tema central de la libertad el derecho al respeto por las expresiones sexuales de cada uno. La tarea que queda pendiente es encontrar los puentes ante la apabullante evidencia de la diversidad sexual en las esferas social y conductual tomando en cuenta los universos del sexo y la sexualidad humanas.

El ADN no es solo el vehículo de la herencia de padres a hijos, sino también el manual de funcionamiento de cada una de nuestras células durante toda nuestra vida. No podemos ser incoherentes entre comportamiento personal y avance científico que nos está mostrando que la diversidad sexual es el resultado de la propia evolución humana. Además, no se puede seguir estigmatizando a quienes expresan su sexualidad por fuera de lo que la religión o los antiguos regímenes morales imponían. Hoy los colores del arco iris brillan con más esplendor frente a las verdades que estamos experimentando, viviendo en una sociedad que respeta a cada individuo con su lenguaje y con su conformación genética, manifestada en los ritos y secuencias que la propia sociedad incorpora.  Todos somos parte integral de esa diversidad que hace atractiva la vida en sociedad y que nos hace experimentar la multiplicidad de expresiones y visiones heterogéneas de cada persona o grupo social. La destrucción de símbolos que reflejan las libertades y derechos alcanzados es una muestra de intolerancia que la educación tiene que erradicar. Y lo peor es que el odio a la diversidad lleve a algunos a asesinar personas trans o con distinta visión de su vida sexual. Para la muestra un botón: Colombia Diversa ha informado que en los dos últimos años por lo menos 448 personas LGBTI+ han sufrido ataques y muerte (181) por causa de su expresión sexual diferente en una sociedad fanática como la nuestra.

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