SI NO SUPO GOBERNAR, MUCHO MENOS DIALOGAR

Usted no ha sentido hambre en su vida, Señor Presidente. El mundo ha cambiado mucho. Desde que empezó la ola de las aperturas económicas y el fenómeno de la globalización los campesinos y los sectores urbanos más vulnerables se han ido empobreciendo más y más. En algunas naciones del tercer mundo algunos emprendedores han subido un poco y los que tenían dinero entre los 80s y los 90s se han enriquecido aceleradamente. Los que vieron en las exportaciones e importaciones nichos de crecimiento y poder lograron a tiempo ubicarse entre los ganadores. Por eso la desigualdad en Colombia en tan alarmante. Bogotá como ciudad atractiva para los negocios y el estudio se ha convertido en el centro de todo. Salga un fin de semana por carretera y emprenda el camino por cualquier ruta: hacia la Costa, hacia Santander, hacia los llanos, hacia el sur nariñense, o hacia el Chocó. Encontrará en las vías unos pocos sectores poblados que demuestran opulencia, pero en los demás, de los miles de kilómetros, solamente verá miseria y ventas informales. Ese es el país que Usted no conoce, porque llegó de un excelente empleo en el BID, lo hicieron Senador y luego Presidente. Así la vida es muy fácil.

Lo primero que debió hacer cuando juró como Presidente fue integrar equipos de trabajo para ejecutar su plan de gobierno, pero no con sede en Bogotá, sino en las regiones. Y cuando apareció la pandemia, generar un equipo científico y otro técnico expertos en gerencia de proyectos, que planearan, compraran y ejecutarán el plan, de conformidad con las instrucciones de la OMS. Nada de eso ocurrió, por lo cual nadie en Colombia salvo los que viven del presupuesto público, y que integran su club de amigos, pueden estar alabando su gestión. Lo que se siente en las calles es desaprobación (65%), incluso frente a la metodología para enfrentar el COVID19, porque se evidencia la politización de las campañas, como si salvar vidas no fuera un deber constitucional, sino un favor de los que detentan el poder para con los demás ciudadanos. El cambio de prioridades demuestra que están variando los grupos para favorecer a sus parciales políticos, institucionales y empresariales. Además la orden del Tribunal de Cundinamarca de entregar las copias de los contratos para comprar vacunas demuestra que se desconoció la ley, al alegar una confidencialidad inexistente y eso que Usted ofreció una administración transparente.

La crítica situación de violencia y bloqueos exige diálogo, pero este instrumento de la humanidad tiene reglas, como estas, que los gobiernos violan: 1.- no pongas condiciones para dialogar, porque cortas toda posibilidad de comunicación con las otras partes; 2.- escucha con todos tus sentidos, y piensa primero en lo que te dijeron para que después contestes, porque hay personas que oyen solamente para responder, pero no para dar soluciones; 3.- entiende que la gente habla desde la diversidad, por tanto, los argumentos de los otros también son válidos; 4.- tienes que estar dispuesto a ceder, si crees que tu razón está por encima de lo que te dicen pierdes el tiempo; 5.- si te has equivocado en algo, presenta disculpas, el perdón es una herramienta de reconciliación; 6.- siempre lleva a la mesa alternativas para el diálogo que permitan  la solución ideal, porque de otra manera las posibilidades de arreglo están cerradas; 7.- en momentos de crisis, toma decisiones rápidas, antes de que te incendien la casa, es mejor evitar el fuego que llamar a los bomberos.

Recordemos que faltan un poco más de 14 meses para que este gobierno termine. El último año que debería ser para entregar las mejores realizaciones gubernamentales, lo vamos a gastar en una dura campaña política, tiempo que no facilita las cosas, porque en este periodo todos los egos se ponen al límite, en lo más alto de la escala. Por tanto, es la hora de la sabiduría para pasar el rio cuando las aguas desbordadas se llevan todo a su paso, salvo que hayamos tomado las previsiones (factores crítico de éxito) para que esas fuerzas nos sirvan para llevarnos a la otra orilla, antes de que nos ahoguemos. Jugar al fracaso es lo más fácil, pues solamente se debe esperar, pero para salvar la patria se requiere el esfuerzo de todos, no de un hombre o de un partido.

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