LA PROMESA DEL CANDIDATO DUQUE: MENOS IMPUESTOS

Los estudiosos de la politología saben que la ciencia política estudia fundamentalmente el ejercicio, distribución y organización del poder en una sociedad. Se preocupa por profundizar en los hechos y la conducta políticos que se expresa de forma real y concreta en la interacción social. Por eso el análisis de los programas de gobierno dice mucho de la persona que gana el poder después de unas elecciones. Además, porque el pueblo debe estar vigilante de si se cumplen o no las promesas de campaña. Leyendo con estupor las ofertas del candidato Duque a los colombianos antes de ser elegido, veo las siguientes líneas: “Los colombianos estamos indignados. Las cosas no van bien y necesitamos actuar. Nos duelen los impuestos asfixiantes, las dificultades para crear y ver surgir un negocio, los abrumadores trámites burocráticos, las demoras en responder a las necesidades de quienes generan empleo. Promesa 190. Menos impuestos y contribuciones para mejores salarios. Los empresarios del país saben que vale la pena invertir en los trabajadores con talento, pero para eso necesitan que se reduzcan las cargas impositivas y contributivas excesivas, tanto las directas como las regulatorias, de manera que puedan destinar más recursos a salarios e incentivos que ayuden a mejorar los ingresos y la calidad de vida de las familias.” Y en las pancartas de campaña regadas por todos el país leemos: “MENOS IMPUESTOS MÁS SALARIO MÍNIMO”.

Pues bien, Jean Bodin (Bodino) intelectual francés, que incursionó en temas como el derecho, la política, la filosofía y la economía, expresó en su texto los seis libros de la República, refiriéndose a la soberanía, Capítulo VIII, págs. 52-52: “la palabra del príncipe debe ser como un oráculo. Este pierde su dignidad cuando nos merece tan mala opinión que no le creemos si no jura, o no se atiene a su promesa si no le damos dinero.” En párrafos anteriores había dicho que así como el príncipe debe atenerse a las leyes, “lo mismo decimos de la promesa hecha por el príncipe soberano al súbdito antes de ser elegido…” Es decir, una promesa de campaña es obligatoria y el elegido debe cumplir. Es parte del honor personal que, al parecer, los políticos y gobernantes pierden una vez ganadores.

En otro texto de interés sobre historia de la ideas políticas, aparte denominado VINDICIA CONTRA TYRANOS (1579), leemos: “Por consiguiente, si el príncipe incumple su promesa, el pueblo queda liberado de la obediencia, el contrato sigue siendo válido, pero el derecho de obligar carece de fuerza; entonces el rey gobierna injustamente, es perjuro, y el pueblo se retracta al no obedecer sus órdenes legislativas.” Págs. 400-401 y s.s. No es descabellado, entonces, que el pueblo se manifieste públicamente en contra de los gobernantes que han faltado a su palabra, ni siquiera con la excusa de la presión de las calificadoras de riesgo, o la alta deuda pública, o el mejoramiento de programas sociales, pues hay otras fuentes de recursos como venta de activos, reducción del gasto público desbordado, eliminación de cargos innecesarios, abolición de lujos burocráticos suspensión de contratos y gastos innecesarios o poco urgentes. En estos casos prima la soberanía popular sobre cualquier deseo del gobernante. “Lo que el constituyente de 1991 buscó con la consagración de la “soberanía popular” fue, en últimas, ampliar en la mayor medida posible, los espacios de participación democrática del pueblo en la toma de decisiones que tengan incidencia tanto nacional como regional y local, y también en el control del ejercicio del poder público de los gobernantes, entendiendo este término en su sentido más amplio.” C-245/96.

Se el primero en Comentar

Deja tu respuesta