Empecemos por hacer una aclaración histórica, frente al uso del término vándalo, impuesto por medios de comunicación contra los manifestantes en las protestas de Colombia. No se trató de un grupo de bárbaros, pues los historiadores creen que eran agricultores y pastores. La conexión estaría en que Vendel fue el lugar de origen de los vándalos antes del Período de las grandes migraciones y conservaría su nombre tribal como topónimo. En el siglo II d.C., los vándalos empezaron a enfrentarse al Imperio romano. El calificativo despectivo parece haber sido impuesto por el saqueo a la ciudad de Roma, en 455. Pero Roma había tenido dos saqueos anteriores uno por tribus bárbaras (387) y otro por los visigodos de Alarico (419). Según las fuentes consultadas Roma fue saqueada 8 veces. Como ocurría en aquellos tiempos todos los tesoros y riquezas públicas y privadas pasaron a formar parte del botín del vencedor: las reliquias de dos Templos, las riquezas del Capitolio Los adornos imperiales del palacio, las alhajas y alfombras, las mesas de plata maciza, y el oro y la plata y bronce disponibles que ascendían a cantidades considerables. Como expresan los historiadores todo en esta ciencia es relativo, porque tanto las fechas como los datos están cobijados por las ambigüedades del tiempo, más cuando la historia y los diccionarios los hacen quien gana las batallas. Pero si se aplica el término vándalo con rigurosidad, igual calificativo merecen los ejércitos del imperio romano, o los ejércitos españoles o los ejércitos musulmanes, los cruzados que servían a los papas y llegaron a ser el grupo militar más rico de su tiempo, los egipcios, cuando asolaban pueblos inermes, solamente para ampliar sus fronteras o aumentar sus riquezas. Baste decir que el imperio romano llegó a poseer 5 millones de km2 de territorio, cuando la extensión actual de la Italia moderna tiene 302.000 km2.
El saqueo y el vandalismo se han aplicado desde los gobiernos. El jurista y erudito estadounidense Roscoe Pound, en su libro Evolución de la Libertad (1964) expresa: “Desde los tiempos en que un rey apetecía los viñedos de Naboth el verdadero peligro que se cierne sobre la propiedad no es el de los ladrones, sino el de los gobernantes rapaces. Las personas que se designaron para defender los intereses sociales han resultado una amenaza contra ellos”. La Carta de Libertades de Enrique I de 1100 es otro ejemplo de cómo los barones tuvieron que ser exonerados de algunas compensaciones excesivas, por una “justa y legal”. Luego, en la Carta Magna de 1215 firmada por el Rey Juan I de Inglaterra, se bajan los rescates y multas de los herederos, se limitan los embargos de bienes o rentas, se decretan libertades y exenciones tributarias, y se prohíbe a los alguaciles o mayordomos tomar caballos o carros de un hombre libre contra su voluntad.
Los Estados modernos quieren parecerse a las antiguas monarquías por sus lujos y extravagancias, pero adicionalmente los servidores se apropian del presupuesto público como si se tratara de su heredad o de los productos de su hacienda. Y todo eso lo hacen sin remordimiento alguno por las necesidades de los demás. Para los administradores públicos de hoy los trabajadores y los empresarios son iguales a los antiguos esclavos, máquinas de producción, mientras ellos gastan y derrochan el producto del esfuerzo de los demás. El “mea culpa” de algunos políticos hoy, por la explosión social de la juventud y de sus mayores, frente a las injusticias del reparto de la riqueza del Estado y sus inversiones debe concluir con un plan de desarrollo justo y permanente, que implique la asignación de recursos, de acuerdo a las necesidades de las regiones y no por la representación o el poder que ostenten ante el gobierno nacional. Los gastos del Estado deben bajar a su mínima expresión, destinando el ahorro a necesidades como apoyo a la canasta básica, salud, educación, ayuda a la niñez y al adulto mayor que hoy son los pobres vergonzantes de la sociedad. Y sobre todo que el gobierno demuestre realmente que está luchando contra la corrupción a todos los niveles. Es al gobierno al que le corresponde dar buen ejemplo y, además, diciendo qué hace al respecto.
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