Las Constituciones modernas fueron aprobadas para establecer con firmeza los derechos fundamentales de las personas y, además, la estructura del Estado. El primero de todos es el de la libertad, sin la cual el hombre no puede considerarse digno. De allí en adelante, todos los demás derechos conforman un escudo jurídico para la defensa del ciudadano frente a los gobiernos de turno. La mayoría de las actuales Constituciones han sido expedidas después de negociaciones entre las diferentes partes representativas de la sociedad. Obviamente las más antiguas privilegiaban la guerra frente a los derechos de las personas y la discriminación por clase social y riqueza. Una de las Constituciones más relevantes de la antigüedad fue la escrita por Solón en el año 594 a.C. Pero Aristóteles había dirigido un tratado compuesto entre el 330 y 322 a.C., que explicaba una serie de 158 constituciones cuyo fin era reflejar la cultura legislativa de Grecia plasmando los tipos político-administrativos y socioculturales en los contextos históricos del momento. Por esas calendas el concepto de Constitución no estaba solamente vinculado con la estructura política, sino que también estaba relacionado con derechos sustanciales de importancia para los individuos de esa sociedad. Todos sabemos que la primera Constitución escrita que hubo en el mundo fue la de Filadelfia de 1787; y la primera en el mundo en incorporar los Derechos Humanos.
Y así como los griegos, los romanos, los ingleses, los franceses, los españoles, se dieron constituciones poco estructuradas en materia de derechos, hoy algunas de ellas son ejemplo para el mundo. La Constitución de Estados Unidos, por ejemplo, es un referente histórico para muchas naciones, que la consideran un paradigma de lo que fue la sustitución del antiguo régimen en materia de ideas políticas y sociales. En Colombia, dice el Dr. Alfredo Vásquez Carrizosa, “el derecho constitucional no era un método dialéctico para pensar en la vida del Estado, su congreso, sus leyes y corrientes de opinión, sino una estrategia política. Las Constituciones se hicieron de 1843 a 1886 contra alguien.” Hoy parece ocurrir lo mismo, cada acto legislativo, cada ley y cada decreto, pretende fortalecer el statu quo en contra de los intereses del pueblo, que todos los servidores públicos juran defender. En 1993, en el primer Congreso de Derecho Constitucional celebrado en Bucaramanga, Hernando herrera Vergara Presidente de la Corte Constitucional creada por la Carta de 1991, expresó que los derechos y las libertades públicas no están incrustadas dentro de la libre disposición del legislador, “sino que están sometidas a su contenido esencial consagrado en nuestra constitución nacional”. Es ella la que puede limitarlos “para evitar el abuso del poder como un reconocimiento de la soberanía del pueblo que no puede estar sometido al poder constituido”.
Es un abuso de poder el uso de armas en contra de manifestantes desarmados, porque el bloqueo, es una herramienta del derecho internacional, consagrado en la Carta de Naciones Unidas, que puede ser recomendado en acciones de guerra. Y, mutatis mutandis, cuando el pueblo deja de sentirse representado por la institucionalidad, a cambio del uso de armas, puede pacíficamente mostrar su inconformidad, desarrollando toda clase de actividades pacíficas, aplicando el artículo 4 de la Constitución y las disposiciones del Capítulo Primero de la Carta, en concordancia con la prevalencia de los derechos fundamentales sobre los derechos económicos y sociales, para el caso específico de la crisis que estamos viviendo. El principio de autoridad que invoca el gobierno es erróneo en una situación tan particular como la que está viviendo el país. Lo que debe prevalecer es el diálogo y la toma de decisiones prontas y efectivas, para atender los reclamos de los manifestantes, antes de que la cosas se agraven más. La interpretación constitucional en estos eventos críticos es tarea de una sociedad abierta de intérpretes, y no de un círculo cerrado de juristas. Es una actividad en la que interviene toda la sociedad.
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