La campaña de los opositores al gobierno del actual Presidente va a ser muy fácil. Por un lado, bastará exhibir el programa que presentó Duque con su flamante Vicepresidenta, para demostrar que el 80% del mismo se ha incumplido. Por el otro, unido a la pandemia, se verá el desorden en la vacunación, la falta de planeación y los esperpentos que se han presentado en casos como la perdida de vacunas, la aplicación de vacunas vacías, la mora de las instancias de salud en recibir el fármaco, los casos de corrupción reconocidos por la Fiscalía amiga por malos manejos de esos dineros, y la creciente inconformidad de los colombianos por la inseguridad no solamente en el campo sino en las grandes ciudades. Y este tema es sin excusa porque el Jefe de la fuerza pública es el Presidente.
El último escalón que faltaba era presentar una reforma tributaria que pondrá una piedra al cuello a las economías de todos los ciudadanos. Uno no se explica qué clase de Ministros tiene el Presidente que no se notan mucho y que ni siquiera se han leído el programa que votaron los ciudadanos en 2018 para acelerar su cumplimiento. En 2019 según la DIAN se recaudaron $157.87 billones con crecimiento del 9.3% en relación con el 2018. En el 2020 el recaudo fue de $146.18 billones con crecimiento de algunos tributos. Entre enero y febrero de 2021 la DIAN ha recibido $27.76 billones, equivalente al 17.72% del recaudo total que se estima en $161.2 billones. Por tanto, plata no ha faltado, pero ahora parece que las necesidades de la burocracia ampliada con gastos en las Contralorías, la Procuraduría, la Fiscalía, la Registraduría, y la justicia, además de toda la estructura del macro Estado que tenemos, han dejado todos los ingresos del tesoro como irrisorios para pagar tanto favor político.
Cuando un ciudadano lee el programa ofrecido por el Presidente Duque, lo primero que ve es esta expresión: “Los colombianos estamos indignados. Las cosas no van bien y necesitamos actuar. Nos duelen los impuestos asfixiantes, las dificultades para crear y ver surgir un negocio, los abrumadores trámites burocráticos, las demoras en responder a las necesidades de quienes generan empleo…etc. Etc.” Y más adelante: Reforzaremos el control de fronteras y zonas críticas con el uso extensivo de monitoreo electrónico y satelital…Reforzaremos la Acción de Tutela, para que haga más de lo que le corresponde (proteger derechos vulnerados o en riesgo) y menos de lo que debe hacer el resto de la justicia (resolver aquello para lo que existen mecanismos idóneos) … No transcribo más porque siento vergüenza ajena, pues nada de esto tan importante se ha hecho. Y menos, claro, de las otras propuestas del flamante programa de gobierno. Lean y relean las 203 propuestas… ¿…?
Si se cumplen las previsiones de las encuestas callejeras, no de las que cada candidato compra o manipula, el partido del presidente será minoritario y otras fuerzas se alzarán con el triunfo en el Congreso y en la jefatura del Estado. Colombia sí necesita un cambio, pero no el que se nos ha ofrecido y se nos ha incumplido, sino el de la transparencia, el de un Gobierno austero, que sea dirigido por un Presidente que sea símbolo de la unidad nacional y no jefe o polichinela de un partido. Además, que sepa rodearse de personas con experiencia y no con los mismos áulicos que solamente viven cargando incienso para permanecer en el poder. Los presidentes y Ministros de otra épocas eran personajes de la academia, la política o las artes colombianas, que inspiraban respeto, pero hoy las cosas han cambiado tanto, que ya uno se pregunta ¿y ese quién es? ¿Cómo llegó allá? El mérito es una ficción y los partidos se colaron al poder sin aportarle nada de dinamismo ni decencia a la administración. Los malos comportamientos en el manejo de los recursos públicos siguen dando titulares de prensa. Si el próximo gobierno llegare a ser de los mismos con las mismas el país estará perdido.
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