¿UNA VICTORIA MILITAR?

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El acuerdo de paz firmado por el expresidente Santos, es reconocido como un acto incompleto en la búsqueda de la paz. Muchos hubieran preferido una victoria militar. Eso significa, el exterminio o la rendición incondicional del enemigo. Pero nuestra fuerza pública nunca pudo demostrar en la práctica que había vencido al contrincante, y para ello ha dado múltiples explicaciones. Nuestras guerras regionales o la guerra de los mil días fueron capítulos que se cerraron con expedición de nuevas constituciones o conciliación con el acceso al poder del otro partido. Es pocas ocasiones hemos tenido hegemonías a ultranza. El duro enfrentamiento entre liberales y conservadores durante varias décadas se zanjó con el acuerdo del Frente Nacional que tenía tres elementos fundamentales: alternación en la presidencia, votación de las dos terceras partes en las corporaciones, para que el otro partido no pudiera decidir solo y paridad política en el ejecutivo. Así vivimos durante 16 años hasta cuando se abrió la democracia representativa. Pero este sistema ha sido absorbente, pues impide que el país sea propiedad de todos y no de unos pocos. En realidad las victorias militares se miden por las vidas que se salvan.

La nueva democracia participativa consagrada en la Constitución de 1991 es muy diferente, pero no la hemos aprendido a practicar. Esa democracia es “el poder del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Pero quienes han llegado al poder presidencial siguen creyendo que el patrimonio público que se les entrega se debe repartir únicamente entre los amigos. Pues bien, el blindaje constitucional de los acuerdos Santos Timochenko no permite que un partido minoritario los modifique o los viole. Y eso debió saberlo el presidente en ejercicio, antes de iniciar la arremetida que emprendieron para corregir los documentos firmados y las leyes y normas constitucionales incorporadas a nuestro sistema jurídico. Recordemos que la segunda guerra mundial sí terminó con una clara victoria de los aliados y unos derrotados. Por eso pudieron imponerse las nuevas condiciones a los vencidos.

El acuerdo con las extintas Farc, no son los términos que se imponen, sino cláusulas que se negocian entre dos partes. Además, hubo unos países garantes y al parecer la comunidad internacional ha sido veedora de los mismos. No entiendo, como ciudadano y como comentarista de la situación nacional, por qué se insiste en devolver la historia, cuando el futuro nos está invitando a vivir en paz y eso es lo que vemos en la mayoría de los países civilizados. China que fue uno de los países guerreros de la antigüedad y que se unificó a base de violencia engendró a uno de los sabios más notables que hoy es invocado por todos los prudentes del mundo moderno: Confucio. Copio estas frases de ese eminente pensador para que reflexionemos: 1.- amar a los hombres es la esencia de la convivencia. Conocer a los hombres, la esencia de la sabiduría. 2.-No pretendas apagar con fuego un incendio, ni remediar con agua una inundación. 3.- Es sencillo odiar y es difícil amar. Así es como funciona el esquema completo de las cosas. Todas las cosas buenas son difíciles de conseguir; y las cosas malas son sencillas de conseguir. 4.-El hombre que ha cometido un error y no lo corrige comete otro error mayor. ¿No valdría la pena cerrar ese capítulo con el pasado y enfrentar el futuro con inteligencia y unidad, sin soberbia, sin arrogancia, como lo está reclamando el incierto mundo que nos deja la pandemia?

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