LAS PEORES PANDEMIAS DE LA HISTORIA

La peste negra era ya una vieja conocida cuando la humanidad vivió el peor brote de esta enfermedad a mediados del siglo XIV (entre 1346 y 1353). La población europea pasó de 80 a 30 millones de personas. Se cree que pudieron resultar afectadas entre 50-200 millones de personas. En marzo de 1918, durante los últimos meses de la Primera Guerra Mundial (1914-1919), se registró el primer caso de gripe española, paradójicamente, en un hospital de Estados Unidos. Es posible que hayan muerto 50 millones de personas. Una de las pandemias más graves y recientes conocida por la sociedad actual es la del Virus de Inmunodeficiencia Adquirida, el VIH, más conocido como SIDA. Los primeros casos documentados se presentaron en 1981. Las muertes se calculan en 35 millones.

Si esos tres ejemplos no nos permiten concluir que ya sabíamos sobre la posibilidad de que una nueva pandemia nos iba a atacar es porque quienes nos gobiernan no tienen la capacidad suficiente para hacerlo, como gerentes de países y gobiernos obligados a velar por la vida y la salud de sus conciudadanos. Faltó pericia y también tecnología para que la comunidad científica se manifestara en la forma reclamada por la crisis. Los informes que seguimos recibiendo a casi un año de identificar los primeros afectados por el virus de la Covid-19 son contradictorios, se entregan noticias políticas para producir efectos entre electores asustados. Sobre el tema deben hablar los especialistas y personal versado en dichos asuntos, pero no personas que nunca han tenido contacto con la ciencia de las enfermedades y menos tratándose de una pandemia, dilema tan delicado que ya cobra la vida de casi 2 millones de personas y con 84 millones de infectados, algunos recuperados en relativa normalidad y otros con secuelas impredecibles.

La pandemia que estamos viviendo no es un tema menor. Pues miles de personas han perdido los empleos, las empresas, y el mundo de la economía registran pérdidas incalculables. Los sectores más afectados son el comercio mayorista y minorista; las actividades comunitarias sociales y personales; hoteles y restaurantes; actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler, y las manufacturas. La CEPAL estima que cerrarían más de 2,7 millones de empresas formales en la región -de las cuales 2,6 millones serían microempresas- con una pérdida de 8,5 millones de puestos de trabajo, sin incluir las reducciones de empleos que realicen las empresas que seguirán operando.

Según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), las revisiones de los ingresos de las mayores empresas multinacionales sugieren que los flujos de inversión extranjera directa podrían disminuir entre el 30 % y el 40 % durante 2020-21. En un principio, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) predijo que el desempleo mundial podría aumentar en casi 25 millones de personas, pero la realidad está superando rápidamente incluso esta estimación, ya que los despidos de trabajadores son mucho más elevados de lo previsto debido a la crisis. La Organización Mundial del Comercio (OMC) prevé que el comercio mundial de mercancías se desplomará entre el 13 % y el 32 % en 2020. Las naciones están reclamando cambios extremos, porque el futuro requiere conocedores profundos de los temas necesarios para la reactivación y no parlanchines y politiqueros.

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