LA DEMOCRACIA PERECE POR LA SOBERBIA Y PREPOTENCIA DE ALGUNOS GOBERNANTES

Madrid, Spain - April 9, 2016: Workers of the public television of Madrid protest for the ERE that I affect them 3 years ago in Puerta del Sol, Madrid.

Sea lo primero decir que, en casos excepcionales, los gobernantes no se quieren ir del poder. No entienden que los periodos hay que cumplirlos y que los tiempos pasan inexorablemente. Allí empieza el dilema de si ellos son necesarios “para salvar la patria” y acuden a toda suerte de triquiñuelas para quedarse donde están. Incluso cometen delitos que desafortunadamente son investigados por comisiones políticas que siempre absuelven a los poderosos que han compartido con ellos el poder. La otra faceta es que ese tipo de funcionarios no está pensando en el bien de su país, de su región o de su ciudad, sino en sí mismos. Todo porque los áulicos que también lamen las mieles del poder le repiten día a día que no hay otro capaz de alcanzar los objetivos necesarios para la grandeza de ese territorio. Por un lado pequeños personajes, beneficiarios de las gabelas del Estado, presionan la permanencia en el cargo a cualquier costo, por el otro, hay una etapa sicológica de endiosamiento del gobernante, que no es otra cosa que una altivez extrema, lo que equivale a una condición de éxtasis o ensimismamiento.

Se olvidan quienes así actúan que la división de poderes y la existencia de pesos y contrapesos salvan del totalitarismo a las democracias, criticadas a veces porque el pueblo olvida la esencia misma de la competencia que tiene para darse instituciones participativas, o representativas con ciertos límites. Y las Cortes Constitucionales son uno de esos instrumentos que las democracias han adoptado para mantener instituciones fuertes y dedicadas exclusivamente al servicio de los derechos y libertades de todos. En efecto, sobre el tema se ha dicho que la literatura especializada, tanto desde el derecho comparado, como desde la ciencia política ha reconocido que una de las principales características de los regímenes políticos surgidos de la segunda guerra mundial, es la elección periódica, alternada y con competencia de los cargos directivos de una Nación.

Así, la democracia representativa es la primera condición para que una sociedad sea reconocida como “democrática”. No obstante, la “democracia” puede presentarse de distintas maneras, ya sea como “democracia representativa”, “democracia económica”, “democracia directa”, “democracia participativa” etc. Sea cual sea la forma de la cual se hable, estas caracterizaciones tienden a mostrar que la democracia es la forma política que se encuentra en el centro de la discusión contemporánea, sin que por ello se agoten en ella todas las formas de vida política. Por lo anterior, las democracias constitucionales modernas, entre las cuales se puede contar el diseño institucional colombiano contemplado en la Constitución de 1991, contemplan elementos representativos y participativos, pero también límites para su ejercicio. Así, por ejemplo, se tiene que la actuación de los órganos de representación está sujeta a controles por parte de otras instituciones y de los ciudadanos, mientras que la participación directa del pueblo también está limitada por la imposibilidad de afectar los derechos fundamentales de las minorías.

Hablemos de democracia, sí, pero los partidos son los primeros que deben rechazar los ánimos imperialistas de sus protegidos, que llegan al poder y en lo primero que piensan es en reelegirse, y lo hacen usando todos los medios inmorales posibles. La democracia decía Abraham Lincoln “es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. No gobernar para sí mismo y los amigos. También sería equitativo acabar las reelecciones indefinidas en las corporaciones públicas. Más democracia, más participación, menos corrupción.

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