COLOMBIA UN PAIS CON MUCHOS PROBLEMAS Y SIN PRECANDIDATOS SERIOS.

Uno de los instrumentos fundamentales de una campaña política a la presidencia de la República es el programa de gobierno. Pero lamentablemente en Colombia creemos que los Presidentes no deben ser juzgados por el incumplimiento del programa ofrecido y esa falencia los lleva a decir muchas mentiras a los potenciales electores. Si el voto programático se extendiera a esas altas esferas el país daría un cambio extremo hacia la rectitud. Por otra parte el programa debe tener indicadores de gestión que muestren a qué se compromete el candidato, en relación con los presupuestos, las reformas tributarias, el empleo, el crecimiento industrial, las importaciones, las exportaciones, la disminución de la pobreza, los aumentos en cobertura en salud y en educación, las inversiones en el campo, el mejoramiento de los servicios públicos y, en general, en las áreas más sensibles para el votante. 

Al parecer en algún momento se atinó en el tema de la seguridad, debido a los problemas que planteaba la guerrilla de las Farc para transitar por caminos y carreteras y al aumento de las cifras de muertos y heridos como consecuencia de la guerra desatada por los grupos armados ilegales. Y ese fue el tema de una campaña política que terminó con dos periodos presidenciales de Álvaro Uribe. La consigna de acabar a las Farc no se cumplió. Y llegó el acuerdo de paz en el gobierno Santos y ese punto nos ha puesto en posición de defender o atacar el acuerdo firmado. Hoy, la mayoría cree que suscrito el acuerdo es mejor defenderlo que acabarlo, pues las modificaciones constitucionales que se le introdujeron a la carta de 1991 hacen muy dispendioso el proceso de revocar todas las concesiones y garantías otorgadas, especialmente en materia penal. Y este tema está entre los puntos cruciales que los electores deberemos considerar en la cita del año 2022.

Los candidatos no pueden irse por las ramas, ofreciendo “el oro y el moro”. Tienen que ser consistentes con lo que está pensando el país. Hoy los temas centrales, además del acuerdo con las extintas Farc, son la seguridad por causas como el hurto y la acción de grupos armados ilegales, la lucha contra la corrupción que todos creemos que está empeorando y el desempleo. El candidato que sepa explicar estas materias, de manera clara y con soluciones concretas, puede llevarse una buena parte del electorado. La realidad es que en materia de personalidad del candidato lo que se está imponiendo en la mayoría de los países que han ido a las urnas es el aspirante que tenga el mejor equipo, dispuesto al diálogo y a la concertación, carismático, que con sus palabras y obras no incite a la violencia y que esté cerca del ciudadano; pero por encima de todo, que sea ajeno a actos de corrupción. Esa es la lápida que marcará el rechazo de algunos presidenciables y congresistas.

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