Las investigaciones sobre crímenes escandalosos en todo el mundo parece que se dan por odio ideológico. Este comportamiento anormal comienza por la discriminación, continua con el racismo, la xenofobia, la violencia de género y, finalmente, aterriza en la violencia política. Documentos de la Corte Interamericana de derechos humanos, explican que lamentablemente no hay un reconocimiento real de los derechos humanos en el mundo moderno y, por el contrario, “aparentemente estamos asistiendo es a un verdadero retroceso global en su vigencia”. Algo lamentable pues los derechos del hombre y del ciudadano se consiguieron a punta de sangre del pueblo, que luchó contra la tiranía de algunas monarquías europeas y especialmente contra la francesa que derrochaba los dineros del Estado en fiestas, excesos sexuales y libidinosos, y hasta guerras que diezmaban poblaciones enteras. Pero fue finalmente el hambre la que elevó los ánimos contra la corrupción y acabó con uno de los territorios más relevantes del siglo XVIII.
El comportamiento de la sociedad colombiana en lo relacionado con el respeto de los derechos humanos parece estar cambiando de peor a mejor, pues hoy las comunidades excluidas están en el poder. Pero el odio ideológico contra ellas sigue. “¿Cuáles son las consecuencias del odio? El odio, similar al rencor, es un sentimiento intenso y negativo que lleva hacia el desgaste emocional y que, con frecuencia, provoca sensaciones como la injusticia. Además, hace dedicar tiempo y energía hacia el objeto del odio, sentir dolor, tener estrés e incluso experimentar ansiedad”. Enrique Echeburúa en el Pais global escribió que “a nivel físico, el odio genera un estado de excitación que puede producir tensión muscular, malestar gastrointestinal, hipertensión y sentimientos de sobrecarga” y que lleva a una conducta de alejamiento o evitación de la persona. (https://elpais.com/salud-y-bienestar/2022-07-27).
Los medios de comunicación y los partidos políticos llevan a que el odio ideológico sea intenso como está ocurriendo en Colombia. Desde el momento en que se supo que Gustavo Petro era el ganador de las elecciones en 2022 se inició una guerra comunicacional sin precedentes, con el uso de los peores calificativos, tanto que ya varias personas han sido imputadas y una condenada por discriminación con la vicepresidenta del país. No se respeta la Constitución que prohíbe esos ataques, se viola el debido proceso, se atribuyen delitos no cometidos y se deshonra a todos aquellos que defienden una nueva postura ideológica que en vez de enriquecer la discusión pública lo que hace es enervar más las pasiones. Colombia necesita más psicólogos que atizadores del fuego del odio que ya casi nos pone al borde del abismo de otra violencia sin final.
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