REVOLUCIÓN

El día del trabajo el Presidente Petro convocó a los manifestantes para que acudieran a la plaza de armas de la Casa de Nariño para explicarles las reformas y los problemas que vienen presentando los trámites ante el Congreso por la obstrucción acérrima que hacen banqueros, poderosos del capital y oligarcas del pais que no quieren que les quiten sus privilegios y que, además, solamente piensan en las grandes obras de infraestructura, las EPS y los bajos salarios que es de donde sacan la mayor tajada para enriquecerse cada día más, mientras el pueblo sufre de hambre. Pero el acto presentó un tono alto cuando el Presidente anunció que el fracaso de las reformas puede conducir a una “revolución”.

La derecha extrema de Colombia que además de excluyente ha sido intransigente en el reconocimiento de derechos a los más humildes y vulnerables puso el grito en el cielo pues la palabra “revolución” para ellos significa una amenaza. No lo tomaron como lo que es: una premonición o una advertencia de lo que sobrevendría si siguen en su actitud mezquina de tener una Constitución garantista en el modelo y en la palabra escrita, pero donde la realidad es otra bien distinta, si tenemos en cuenta que el desempleo y la informalidad laboral que es del 60% o más, lo que significa sin muchas explicaciones que la mayoría no tiene cómo conseguir una comida adecuada a sus necesidades diarias, aportar lo necesario para la educación de los hijos, tener una vivienda digna y poder disfrutar de unas vacaciones en cualquier rio o playa colombiana, porque salir al exterior es un sueño.

Si miráramos hacia el pasado y posáramos nuestros ojos en la Francia de Luis XVI veríamos que las causas de la revolución francesas fueron las mismas que hoy abundan en Colombia: la falta de libertades individuales, la pobreza extrema y la desigualdad, por una parte, y el derroche, la arrogancia y la explotación de los pobres, por la otra. Necker les había advertido, como el Presidente Petro ayer. El 5 de octubre de 1789 ocurre la  Marcha sobre Versalles cuando, liderada por las mujeres que trabajaban en los mercados de París, una multitud de más de 7.000 parisinos marcharon hacia la sede del poder real exigiendo pan y reformas políticas. No hay que temerle a un gobierno elegido por el pueblo que busca cumplir un programa por el que votó la mayoría, pero sí a una multitud descontrolada por las injusticias provocadas por las élites que creen que nacieron para gobernar y tener esclavos. ¿Recuerdan la exclamación del maestro Echandía: ¡el poder para que!? Pues eso se puede decir cuando las multitudes no pueden ser controladas, ni siquiera con el uso de las armas oficiales. Pensemos en nuestras realidades y ayudemos a construir pais y no a destruirlo por el abuso de las minorías privilegiadas.

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