SINDROME DE LA FOTO

Nada encanta más a un servidor público que salir retratado en una revista, un periódico o, incluso, en los propios medios oficiales que él coordina y dirige. Lo atractivo de una fotografía es tan insinuante que llaman a los directores de comunicaciones a pedir su publicación. Las características de tal conducta son clásicas del “síndrome”, pues el anhelo de una imagen son como una enfermedad, propia de los exhibicionistas. Pasa en las alturas del poder, en los mandos medios y bajos, porque sin la foto no existe el hecho que se quiere confirmar. La imagen debe quedar en la primera piedra, en los cien días, en cada uno de los años del gobierno, en cada obra o servicio que se paga con los recursos públicos, porque eso impone la simulación de que se están haciendo con los dineros del gobernante y no con lo que pagan los contribuyentes. Recordemos que el tesoro público, como concepto solamente aparece entrado el siglo XIX, porque antes las riquezas eran del Monarca, Rey o Emperador. La confusión era tal que los enemigos que se apoderaban de un territorio lo primero que hacían era llevarse el tesoro real. Pues bien, las imágenes de los gobernantes de hoy se basan en reafirmar que manejan el tesoro público, que no es de ellos sino de todos. Tales actos folclóricos deberían prohibirlos por menospreciar el trabajo y el esfuerzo comunitario en beneficio de los gobernantes de turno.

Pues bien, el diario el Espectador cuenta en su edición de 27 de agosto de 2020, que la idea del túnel de “la linea” se gestó desde 1902 y en 1913, se expidió la Ley 129 de ese año donde se ordenó realizar el primer trazado del túnel que atravesaría la cordillera Central, cuando era Presidente Carlos E. Restrepo, ese sí uno de los mejores mandatarios de este país, que unió y no dividió, que respetó los derechos de todos y salió ovacionado por el pueblo bogotano de la época, según narran destacados historiadores nacionales.

El caos vehicular de fin de año puso de nuevo en la mira el síndrome de la foto, porque el Presidente Duque llevó el fotógrafo a la inauguración del pasaje subterráneo, pero faltan muchas obras complementarias importantes, como la doble calzada entre Ibagué y Cajamarca, tramo que está convertido en un embudo para la movilización por vía terrestre. Falta, además, mantenimiento de las bermas, la poda y limpieza de pasto y arbustos, la señalización y pintura en el piso y mejores acabados a lo largo de toda la vía, los acabados son bastante rústicos, para una obra de esa importancia. En fin, al Presidente se le olvidó que una obra concluye cuando está realmente terminada, o sea, cuando están las obras principales y las complementarias según el Estatuto Orgánico de presupuesto, (Decreto 111 de 1996, artículo 17), que es muy pertinente que el mandatario lo lea y aplique.

Esta norma regula el principio de programación integral, según el cual “todo programa presupuestal deberá contemplar simultáneamente los gastos de inversión y de funcionamiento que las exigencias técnicas y administrativas demanden como necesarios para su ejecución y operación, de conformidad con los procedimientos y normas legales vigentes”. Faltan, por ejemplo, baños en la vía, pues los miles de usuarios, con familias en sus vehículos, los echaron de menos y se quejaron bastante a través de las redes sociales. La locura de cada mandatario por adjudicar contratos y empezar obras, sin planeación integral, es lo que genera el caos de las obras inconclusas, que sirven especialmente a los corruptos. El Presidente no ha informado cuánto costó el contrato inicial del famoso paso profundo de la cordillera central y cuánto han valido las adiciones hechas por los sucesivos gobiernos incluyendo el suyo. Eso nos servirá a todos para reafirmar que mientras el 14% de la población en Colombia pasa hambre, nosotros nos dedicamos a la infraestructura, es decir a echar cemento.

La Nación Colombiana nació realmente en 1830 después de la separación de Venezuela y Ecuador. En su artículo 1º la constitución de entonces  proclamó: “La Nación Colombiana es la reunión de todos los colombianos bajo un mismo pacto político”. Nuestra patria no empezó con el gobierno de Iván Duque (complejo de Adán), ni se acabará con su periodo Presidencial. Otras formas democráticas vendrán y subsistiremos mientras defendamos principios como la democracia participativa, el respeto por la dignidad de las personas y los demás derechos y libertades fundamentales de todos sus habitantes, nacionales y extranjeros, cualquiera sea su orientación política o ideológica. Y ojala los cambios que esperamos con las elecciones de 2022 nos permitan acabar en los próximos gobiernos con “el síndrome de la foto”.

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