ELECCIONES 2022 SIN VIOLENCIA Y CON GARANTIAS

Todos sabemos que la violencia en Colombia se inició cuando los dos partidos más importantes (Liberal-Conservador) adoptaron como criterio dejar al otro por fuera de la administración y gobernar con un solo color desde la administración. Tanto es así, que ese periodo nefasto de la República solamente pudo zanjarse cuando los mismos que se asesinaban inventaron el Frente Nacional y con tres límites fundamentales acordaron la tregua de 16 años que devolvió la calma al campo y a las ciudades. Este instrumento de coparticipación estaba fundamentado en estos pilares: alternación en el poder presidencial cada cuatro (4) años; paridad en la administración del Estado; y dos terceras partes para tomar decisiones en las corporaciones públicas. Sellado este acuerdo pasamos ese periodo sin mayores escaramuzas, salvo los esporádicos ataques armados del grupo Farc, que estaba levantado en armas por razones ideológicas en la medida que ellos consideraban al establecimiento como opresor y deshonesto. En 1970 surge el M19 como consecuencia de la alegada afrenta que se le hizo al General Rojas Pinilla, al derrotarlo mediante maniobras fraudulentas en las urnas. Entre estos dos grandes movimientos por fuera del establecimiento y los pequeños grupos asociados con la naciente industria marimbera y, posteriormente, con los cultivos y el tráfico de cocaína, la sociedad fue evolucionando en medio de enfrentamientos con los insurgentes. La paz se hizo con el M19, evento que culminó con la expedición de la Constitución de 1991 y con las Farc en el anterior gobierno 2014-2018, como consecuencia de los acuerdos de la Habana y del Teatro Colón. Se suponía que desde ese último hecho notorio las instituciones deberían marchar dando garantías a todos, de buena fe, y respetando la Constitución Política vigente, que incorpora los compromisos acordados.

El gobierno actual, nostálgico de lo alcanzado por otros Presidentes en el camino de la concordia ha puesto todas las “talanqueras” que ha podido para que no se cumpla nada de lo que está en vigencia, salvo los acuerdos políticos develados por el reparto mañoso de Ministerios, dependencias nacionales, embajadas, contratos y presupuestos, entre los que apoyaron al partido de gobierno en la segunda vuelta de las elecciones del 2018. A pesar de que la Corte Constitucional ha mantenido el llamado “principio de conservación del derecho”, según el cual, los tribunales constitucionales deben no sólo maximizar la fuerza de los contenidos normativos de la Carta sino también evitar el desmantelamiento del orden jurídico, para este gobierno las normas y las instituciones son un estorbo, pues pretende a base de decisiones con fraude a la ley y desviación de poder, hacer su voluntad en todos los órdenes. El caso concreto es suspender una ley estatutaria como la ley de garantías, con una ley ordinaria, la de presupuesto, para que los servidores públicos puedan ejecutar recursos del erario en plena campaña electoral, a través de contratos interadministrativos, que son la trampa más evidente en la mayoría de los gobiernos locales, regionales y nacional, contratar a dedo y subcontratar con el verdadero contratista o con quien sí tiene experiencia acreditada.

Una ley de garantías es guía de equidad y transparencia, y asegura condiciones igualitarias y transparentes para los electores. Es lo dicho por la Corte Constitucional. No se dicta entonces en beneficio de los gobernantes sino del pueblo, luego, cambiarla en todo o en parte en plena campaña electoral es abuso del derecho y, además, violación de las garantías electorales del ciudadano. Es poner en desequilibrio la balanza cuando el poder está en manos de unos pocos, con capacidad de influjo en los votantes, a través del dinero que hacen fluir los contratos estatales. Además del poder que dan los cargos el uso de dinero público en exceso, corrompe las bases democráticas que deben ser ajenas a cualquier presión personal o institucional. Tanto el gobierno como los demás órganos autónomos de poder del Estado deben evitar que actitudes como esta sean causa de violencia, que se sabe cómo empieza pero no cómo termina. Ya conocemos que por menos han empezado las guerras.

Se el primero en Comentar

Deja tu respuesta