LA DEMOCRACIA ACORRALADA

A rear view of people with placards and posters on global strike for climate change.

En Colombia han expresado siempre su amor por la democracia y solo en contadas excepciones se hicieron con el poder gobiernos dictatoriales. Horacio Gómez Aristizábal publicó en El Tiempo en junio de 1993 los siguientes párrafos sobre gobiernos de hecho en el país: “El Libertador, agosto 27 de 1828, después de la Convención de Ocaña; Rafael Urdaneta, enero 10 de 1831 pidió el regreso de Bolívar, pero éste no aceptó; Melo contra Obando en abril 17 de 1854; el Congreso reunido en Ibagué enjuició a Obando por supuesta complicidad; Santos Acosta amigo íntimo de Mosquera; en política no hay amistades sino intereses, lo derrocó en mayo 23 de 1867. Antonio Álvarez Restrepo en Los golpes de Estado en Colombia, asimila con toda razón a golpe de Estado el episodio del 10 de septiembre de 1886, cuando Núñez desde la Presidencia exclamó: La Constitución de 1863 ha dejado de existir. En igual situación coloca a Reyes cuando en diciembre 13 de 1904 desconoció la Constitución, clausuró el Congreso y convocó una Constituyente. El 31 de julio de 1900 Marroquín desalojó a Sanclemente y lo detuvo, junto con los ministros. Rojas Pinilla desconoció el título de Laureano Gómez el 13 de junio de 1953 pero la Constituyente reunida por iniciativa del doctor Gómez le convalidó el título. Nuestros golpes no han sido tan dramáticos como los de otros países. Venezuela tuvo en solo un siglo los siguientes gobiernos dictatoriales: Guzmán, Blanco, Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez. Aunque los partidos han tenido enfrentamientos muy feroces, en Colombia han coincidido en una cosa básica: el repudio a los gobiernos de facto”.

La democracia está basada en la separación de poderes, pero los regímenes presidenciales tienen el problema de que los servidores públicos solamente son humildes antes de posesionarse del cargo porque después se tornan inalcanzables. Si por ellos fuera se coronarían reyes, como si no les bastara el honor de ser elegidos a ese importante cargo, a pesar de que algunos lo han logrado con fraudes electorales evidentes, que nadie ha investigado por las falencias de nuestro sistema de registro en las votaciones, la falta de control de los partidos y la compraventa de electores. Pero hay otros males como el influjo del narcotráfico, los carteles de la contratación, el otorgamiento de puestos a cambio de votos, (especialmente Ministerios, embajadas y consulados), la manipulación del presupuesto que se asigna a cambio de apoyos al Presidente y la ejecución de obras sin planeación ni sentido de responsabilidad por apoyos de caciques y casas políticas regionales. La política no ha tenido bases democráticas reales sino aparentes, y la prueba está en las quejas de los mismos electores que critican la ausencia en las regiones del Presidente, Senadores y Representantes a la Cámara después de que son elegidos.

No respetar la democracia es cambiar las reglas de juego abusando del poder, modificando normas constitucionales o legales para beneficiarse o beneficiar a los amigos. O ser connivente en las votaciones para elegir Magistrados de altas Cortes, o escoger por sí mismo ternas de uno para quedar protegido por las acciones de Fiscales, Procuradores, Contralores, Defensor del Pueblo, Registrador Nacional del Estado Civil, Junta Directiva del Banco de la República, o llenar la administración nacional con contratistas de prestación de servicios que, pagados por el Estado, ejecutan tareas electorales en Departamentos y Municipios. Si toda esa corruptela no se acaba, la próxima generación será de esclavos y los dueños del capital y de las personas serán los plutócratas que manejan el presupuesto y el poder público. En Colombia no estamos lejos de otros gobiernos autocráticos que decimos despreciar.

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