Alexis Carrel, fue un médico, biólogo y pensador francés, que unió la materia y el espíritu. Fue un extraordinario ejemplo de un hombre de ciencia. En 1912, se le concedió el Premio Nobel de Medicina por sus innovadores aportes en el campo quirúrgico. En 1933 fue convencido para plasmar en una obra sus reflexiones que unían la inquietud humanista con la experimentación científica. Así, nació LA INCÓGNITA DEL HOMBRE, obra que se convertiría en una especie de Biblia para esa generación ávida de trascendencia. Tengo en mi biblioteca personal el texto de la edición de 1967, Editorial Época S.A. México, que conservo como una reliquia.
Allí Carrel describe los virus y las bacterias por su forma de actuar en el cuerpo humano. Dice el autor que los virus son seres invisibles, extraordinariamente pequeños, que destruyen los tejidos del hombre y de los animales o modifican sus funciones. Las células están indefensas ante sus ataques. Agrega el autor que, comparadas con los virus, las bacterias son verdaderos gigantes. Las bacterias producen la confusión de todas las funciones orgánicas. Los virus se instalan dentro de las células, las bacterias alrededor de ellas. Luego, concluye: es, pues, evidente, que la enfermedad es todavía una pesada carga económica. Su importancia en la vida moderna es incalculable. Carrel fue un visionario, pero para los gobiernos el tema de salud no ha sido prioritario.
Hoy, que nos enfrentamos a la primera pandemia del siglo XXI, vemos a los Presidentes y Primeros Ministros tomando decisiones apresuradas, sin ninguna planeación, actuando por ensayo y error, como si estuviéramos en los tiempos de la antigua Grecia. Nos hemos olvidado de estudiar los grandes fenómenos que la ciencia del hombre y la naturaleza han recomendado. Las decisiones incurren en contradicciones monumentales, pues no se sabe si encerrar a las personas sanas o encontrar a los enfermos y transmisores del virus; no estábamos preparados para frenar la economía, para alimentar a los más pobres, ni para asumir las responsabilidades de las migraciones que se están dando a través de todas las fronteras del mundo. Por eso hay que apoyar a los investigadores y a los científicos, para tomar decisiones informadas y certeras.
Una lección muy importante es que necesitamos a verdaderos científicos, estudiosos de las diferentes áreas que permiten el desarrollo del conocimiento moderno, y que hay que simular todos los escenarios, tanto los de la prosperidad como los de la pobreza y la fatalidad. Hay que tener soluciones frente a todos los problemas que la sociedad ha experimentado. No es la primera pandemia y habrá muchas más. La sociedad interesada en su avance económico y social se ha olvidado de las plagas y de las enfermedades. Estamos aprendiendo a la fuerza: desarrollo desbordado o desarrollo sostenible. Los muertos serán el estigma de quienes no supieron gobernar con conocimiento y autoridad. Carlos Enrique Campillo Parra.
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