CUÁL DEMOCRACIA?

Un exministro de Duque publicó un libro y entre sus preocupaciones expresa: “Colombia tiene enormes oportunidades, pero lo primero que se debe hacer es reivindicar ese activo que nos ha hecho poderosos en América Latina, que es la democracia. Uno ve con preocupación cómo en América Latina más del 70 % de los jóvenes no creen en el sistema democrático y preferirían cualquier otro sistema, o cerca del 50 % de los ciudadanos en nuestro país preferirían un sistema distinto al democrático o escogerían cualquier otro.” Pero los colombianos sentimos que la democracia colombiana es una farsa. Las elecciones en Colombia están ligadas a la corrupción. La mayoría de los aspirantes tienen que comprar votos, porque el sistema se ha desarrollado de esa manera. Los caciques de los pueblos dan mercados y arreglan viviendas en vísperas electorales, para sacar a los votantes de sus casas. De otras manera no les prestan ningún auxilio para su supervivencia. En las regiones se vive un ciclo de cierre social y económico, porque los que no apoyan al gamonal los liquidan o los excluyen. Quienes mueven la política en Colombia son los ricos que tienen influencia en el gobierno y que ejercen el poder desde sus empresas y mediante ayudas poderosas de la fuerza pública. 

La verdadera democracia es un sistema de gobierno donde el poder reside en el pueblo, ejercido a través de la participación ciudadana activa, no solo votando, sino también deliberando y exigiendo rendición de cuentas; se fundamenta en el Estado de Derecho (leyes claras que limitan al poder), la separación de poderes, el respeto a las minorías, la igualdad de oportunidades, la transparencia, y mecanismos de control ciudadano (referendos, plebiscitos, consultas), asegurando justicia y que los gobernantes defiendan el interés general. La separación de poderes es un mito. Las Cortes se dedicaron a designar Registrador Nacional del Estado Civil, Fiscal general, ternar Procurador General generando desconfianza por los nombramientos que a ellos les dan en esas dependencias. Intervenir en política electoral no es su función natural, porque lo que le corresponde a la justicia es conocer de los delitos que le presenta la Fiscalía, evaluar la pruebas y fallar. Sin atisbos o sesgos. El Congreso se inmiscuye en las funciones presidenciales exigiendo contratos y manipulando sus sesiones para boicotear las funciones presidenciales. Igual pasa con las Cortes: en este gobierno tutelan todos los derechos de los explotadores de la salud, pero no la vida del usuario que paga y sostiene el sistema. Se roban el dinero de la salud y las investigaciones y condenas se pueden contar en los dedos de las manos.

Colombia hoy necesita una reforma constitucional, que es urgente “cuando la realidad política, social y económica de un país cambia significativamente, haciendo que las normas originales de la Constitución sean obsoletas, injustas o impidan el desarrollo, requiriendo ajustar el marco legal para garantizar el bienestar colectivo y la evolución democrática”. Hoy vemos que una amenaza latente a la democracia es la corrupción, ya que la debilita, destruye la confianza pública en las instituciones, sesga la formulación de políticas en beneficio de unos pocos y conduce a la captura de los mecanismos de rendición de cuentas (Transparencia Internacional, 2021). En 2024, Colombia obtuvo un puntaje de 39 sobre 100 en el Índice de Percepción de la Corrupción, lo que representa un descenso y la ubica en el puesto 92 de 180 países. Este resultado, presentado por Transparencia Internacional, rompe una tendencia previa de mejora y es una señal de estancamiento en la lucha contra la corrupción pública en el país. Sin embargo los políticos de la derecha claman todos los días que es necesario “construir sobre lo ya construido”. Eso significa construir sobre la corrupción y el pueblo no tolerará más a los corruptos.

Se el primero en Comentar

Deja tu respuesta