
Por su experiencia en el poder y por las dificultades que se enfrentan en 4 u 8 años del ejercicio del poder, los salientes mandatarios deberían ser más serios y analíticos al presentar sus propuestas a los nuevos gobernantes y a los ciudadanos. Hoy tenemos una situación muy especial. Todos los expresidentes se han unido para criticar al presidente Petro, porque se dio una ruptura en el manejo del Estado, frente a una gestión que rompió los esquemas de “yo reparto y tu me apoyas” que era a lo que estaban acostumbrados los salientes regidores de los destinos de la patria.
Las negociaciones debajo de la mesa a cambio de votos, contratos, cargos y declaraciones a favor o a mantener silencio sepulcral frente a los desaciertos, se terminó con el gobierno Petro. Empezaron a levantar la alfombras de la corrupción, cuando en gobiernos anteriores se robaron este país, con hechos escandalosos que apenas merecían un titular de prensa y luego se llevaban al cajón de los olvidos. Nadie quería que le quitaran lo que se había ganado y los nuevos deseaban que el reparto fuera connivencia con sus errores y falta de críticas a sus fallos morales y sus delitos.
La IA resume lo siguiente: “El papel de un expresidente varía, pero puede incluir actuar como un moderador de una crisis institucional pero actuando con respeto por la democracia, aportar perspectivas y experiencias para la resolución de conflictos y la atención a las víctimas, y en algunos casos, servir como voz influyente en la vida pública del país, lo cual puede generar debate sobre su intervención en asuntos políticos. También implica evaluar aciertos y errores del pasado para ofrecer respuestas a las víctimas de hechos ocurridos durante su gestión.”
El único expresidente que salió con partido propio fue Álvaro Uribe Vélez, quien seguramente no se retira, porque como dicen los políticos experimentados “los enemigos no me dejan retirar porque me llevan a la cárcel”. Y, en efecto, así puede pasar, porque generalmente todos esperan a ver cuál es la reacción cuando salen del gobierno para estudiar las diferentes opciones que les ofrecen para su vida o siguen “martillando” en cada elección para que los tengan en cuenta y no los olviden.
Una solución es guardar prudente silencio y actuar moderadamente; la otra es alistar las espadas como ha hecho Uribe y es la primera vez que se ve en las calles que insultan a un expresidente por sus actos durante el gobierno. Las madres y padres que perdieron a sus hijos y familiares le gritan “asesino y paraco”. Solamente los ricos lo aplauden por haber repartido el poder y el presupuesto entre ellos, pero algunos de sus alfiles han caído a la cárcel por decisiones de la Corte Suprema y otros caerán por acciones de la JEP en el caso de delitos cometidos dentro de los supuestos enfrentamientos del ejército con la guerrilla, donde empresarios actuaron como financiadores de los paramilitares abriendo las puertas a violaciones de lesa humanidad que no prescriben. La soberbia es difícil de entender pero ella ha perdido a gobernantes y a muchos imperios.
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